Movimientos políticos y sociales
Aprendizaje esperado: Reconoce las
causas de la desigualdad, el descontento político y la importancia de la
participación social.
Un movimiento social en red no se reduce a una estructura organizativa o a un repertorio de acción, sino que posee al mismo tiempo dimensiones de comunicación, organización y acción tanto en línea como fuera de línea, y que su accionar es parte de la distribución de la política.
Algo para comprender y recordar la raíz de los movimientos políticos y sociales en México:
Mural alusivo a Gaspar Yanga, perteneciente al acervo del Museo Regional de Palmillas, que se ubica en la ciudad de Yanga, Veracruz
Foto imagen tomada de Internet
El 2 de mayo de 1612 entre las 9:00 a. m. y las 14.00 p. m., cientos o, tal vez, miles de personas se reunieron en la plaza central de la ciudad de México para presenciar el ahorcamiento de 35 afrodescendientes, entre los que se incluían al menos a siete mujeres condenados como líderes de una rebelión esclava que había ocasionado una ola de tensión sobre la ciudad.
De acuerdo con una denuncia anónima el propósito de la rebelión era la liberación de los esclavos de la ciudad y el asesinato de todos los españoles. Los cuerpos de los ejecutados permanecieron colgados durante la noche y retirados y descuartizados al día siguiente.2 Sólo seis de ellos fueron desmembrados y las partes de sus cuerpos colocados sobre picas en diversos sitios de la ciudad, los cadáveres de los otros veintiséis fueron decapitados y sus cabezas exhibidas en lo alto de las horcas para que sirvieran como un mensaje de advertencia a los afrodescendientes sobre las consecuencias de otra posible rebelión.
3 Criminal, Archivo General de la Nación México (en adelante agn), vol. 135, exp. 56, fols. 183-214.
El 12 de agosto de 1763, de forma tal vez irónica siglo y medio más tarde de lo antes narrado, el virrey se encontró con que cerca de 50 esclavos acampaban en la misma plaza demandando audiencia. Estos esclavos, armados y agrupados, habían huido de las plantaciones azucareras de Cuernavaca (actual estado de Morelos), donde trabajaban. Caminaron dos días hasta la ciudad de México con el fin de presentar una queja a las autoridades coloniales respecto a las condiciones de habitación y de trabajo en la hacienda.3 Inmediatamente fueron arrestados, encarcelados y sus líderes aporreados.
Ambos movimientos de rebelión colectiva mencionados ocurrieron casi simultáneamente con el establecimiento de dos palenques (comunidades de esclavos huidos) en la Nueva España. Lo más llamativo de estos dos palenques es que en ambos casos las autoridades coloniales, al fracasar los intentos de destrucción armada, negociaron con los cimarrones y, eventualmente, les otorgaron su libertad y su derecho a establecer pueblos libres —San Lorenzo de los Negros (1630?) y Nuestra Señora de Guadalupe de Amapa (1769). Al comparar estas historias, aparentemente dispares e inconexas de resistencia esclava colectiva, estamos seguros de aprender mucho sobre la estructura de la esclavitud y los significados de los procesos de resistencia en un escenario donde la esclavitud desempeñó un papel social menor a los que tuvieron lugar en sitios tales como Cuba y Brasil.
4 Herman L. Bennelt, Africans in Colonial Mexico: Absolutism, Christianity, and Afro-Creole Conscious (...)
La cumbre de la experiencia mexicana con la esclavitud africana puede ser vista como si fuese delimitada por estos dos juegos de levantamientos sin relación aparente, aunque concurrentes. La esclavitud en la Nueva España siguió una trayectoria histórica novel si la comparamos con el mundo atlántico. La demanda de esclavos alcanzó su máximo entre 1580 y 1640 debido a la expansión de la industria del azúcar y la minería. Como resultado de ello hacia 1640 la Nueva España albergaba la segunda mayor población de esclavos, sólo rebasada por Brasil.4 Las primeras dos rebeliones consideradas aquí ocurrieron durante esta expansión.
5 Frank “Trey” Proctor III, “Afro-Mexican Slave Labor in the Obrajes de Paños of New Spain, Seventeen (...)
Al término del comercio esclavista masivo, la más importante demanda de esclavos no se originaba en el sector dominante de la exportación de la plata, sino en dos industrias promovidas por los mercados internos que requerían fuerza de trabajo estable, en los textiles de lana y en el azúcar.5 La producción de azúcar se hallaba centrada en los actuales estados de Morelos y Veracruz, y poco después de la conquista se amplió a las regiones de Córdoba y Orizaba, cercanas a la frontera de Veracruz con Oaxaca. En el siglo XVII la producción textil de lana se hallaba concentrada en las cercanías de la ciudad de México y Querétaro.
6 Patrick J. Carroll, Blacks in Colonial Veracruz: Race, Ethnicity, awl Regional Development, Austin, (...)
Un buen número de historiadores sugiere que la cima de la esclavitud coincide con el fin del comercio esclavista masivo y los trabajadores asalariados se fueron alejando, paulatinamente, debido al incremento de la disponibilidad.6 Al contrario de lo esperado, la demanda de estas industrias permaneció estable hasta el último tercio del siglo XVIII. Las dos rebeliones mencionadas se iniciaron en el contexto del cambio señalado, en regiones donde la esclavitud predominaba, lo que indica que, posiblemente, se haya subestimado su importancia en la economía del siglo XVIII.
7 R. Douglas Cope, The Limits of Racial Domination: Plebian Society in Colonial Mexico City, 1660-172 (...)
La esclavitud también fue importante en los centros urbanos de la Nueva España particularmente en la ciudad de México, hasta la segunda mitad del siglo XVIII.
Generalmente los historiadores ubican a los esclavos de las ciudades como sirvientes domésticos y como símbolo de estatus usado por las élites7 con el fin de publicitar su jerarquía social, empero éstos tuvieron otras actividades importantes en las economías urbanas, tales como vendedores ambulantes, trabajadores a destajo, o tenderos en beneficio de sus patrones a lo largo del periodo colonial.
Unas de las rebeliones del siglo XVIII, fue "el gran escape de santa Bárbara de Calderón
En la misma década que se fundó Amapá, en la región azucarera del actual estado de Morelos se inició un movimiento de esclavos que se advierte como una novedosa forma de resistencia. El 9 de agosto de 1763 cundió el pánico entre cerca de 50 esclavos quienes blandían sus armas y herramientas de trabajo (dependiendo del testimonio que se trate), descendieron por la escalinata de la casa principal de la Hacienda de Santa Bárbara de Calderón, una plantación azucarera, y huyeron con rumbo a la hacienda.
45 Brígida von Mentz, Trabajo, sujeción y libertad en el centro de la Nueva España. Esclavos, aprendic (...)
Fundada en el curso de la primera década del siglo xvii, don Asencio González Calderón la adquirió en 1758,45 era una de las más antiguas y mayores haciendas azucareras de la región de Amilpas cerca de Cuautla en la que, durante el siglo xviii, laboró un promedio de 100 esclavos. La mañana del 9 de agosto por órdenes del mayordomo la totalidad de los 104 esclavos entre hombres, mujeres y niños fueron reunidos con el fin de ser tasados y cumplir con la última voluntad expresada en el testamento del recién fallecido don Asencio. Los escribanos testificaron que los esclavos, de forma insolente, rehusaron deponer sus armas antes de ser evaluados, por lo que así permanecieron a lo largo del proceso. Por su parte, los esclavos testificaron que su negativa se debió al temor de que sus “herramientas” les fueran robadas.
Una vez terminada la evaluación los esclavos, todavía armados, exigieron saber quién sería su nuevo dueño. Cuando se les comunicó que la propiedad pasaba a don Manuel Ruiz de Castañeda, yerno de don Asencio, al unísono gritaron que se negaban a reconocerlo como su amo. Preferían que don Juan Díaz de Cano, amigo del fallecido, tomara el control de la hacienda....
Conclusiones: Amos ,esclavos y Estado
Otro interesante tema que se deriva de las cuatro rebeliones narradas es el de la voluntad del Estado colonial español en intervenir en estas disputas y de servir como mediador entre los plantadores y los fugitivos. Los historiadores han dado un trato diferencial a la esclavitud en América Latina, debido a la protección legal limitada que se les permitía y al hecho de que por su parte los esclavos tuvieran el derecho de testificar, aun en contra de sus amos. Derechos que no se aplicaban al derecho consuetudinario en la Norteamérica británica.
Un componente clave de la legislación civil y eclesiástica en la América hispana y aun en las cortes inquisitoriales era literal y figurativamente la representación de la autoridad del Estado para mediar en las disputas, imponer decisiones y castigos en nombre de la estabilidad colonial. Al permitir a los súbditos sin distinción de raza, clase, género o estatus (libre vs esclavo) acceso a las instituciones, los españoles diluían los disensos y mediante ello debilitaban la habilidad de los sujetos coloniales y la posibilidad de que fueran un reto a la estructura colonial.
En mi opinión Herman Bennett asegura correctamente que la meta del Estado al extender tal protección a los esclavos no era atenuar los efectos de la esclavitud como afirmó Frank Tanenbaum en Slave and Citizen, sino brindar al Estado el poder a expensas de la autoridad absoluta que teóricamente tenían los propietarios de esclavos sobre su propiedad.57
Creemos que era la solución política que debía aplicarse dada la inhabilidad de las autoridades coloniales para someter a los fugados yanguicos y a Mandinga.
La constante amenaza de rebeliones esclavas en Córdoba después de 1725, la destrucción derivada de las revuelta de 1735, y el potencial de violencia inherente a la fuga masiva de los esclavos armados de Calderón, sugiere que la estabilidad colonial y el sostenimiento de la institución esclavista eran precarios.
El ejercicio del poder del Estado diluía el potencial destructivo de estas situaciones de la mejor manera posible. Pero la represión violenta como se observa en la rebelión de 1612 y de los numerosos intentos de destruir los palenques de los yanguicos y a Mandinga fue el método preferido para controlar a la población esclava.
58 Para un entendimiento similar en casos criminales véase Stern, Secret History of Gender..., p. 66.
59 También véase Lowell Gudmundson, “Negotiating Rights Under Slavery: The Slaves of San Geronimo (Baj (...)
La habilidad de los esclavos de Calderón para involucrar al Estado, presionar por sus demandas y por las expectativas de cómo debía representarse la esclavitud en las cortes coloniales, y el hecho de que los esclavos fugados pudiesen presentar una petición para obtener su libertad (despojando a sus amos del derecho de propiedad) y su derecho a ser reconocidos como vecinos son clara evidencia de la naturaleza del poder de las negociaciones en la Colonia.
Cada uno de estos casos es extraordinario, pero no lo es tanto el poder del acuerdo. El convenio entre amos y esclavos no estaba limitado únicamente a las instancias estatales, muchas de estas intervenciones —aunque excepcionales— para deleite de los historiadores, produjeron documentos históricos que muestran las dinámicas sociales de las relaciones entre amos y esclavos.59
En otras palabras, las relaciones entre amos y esclavos pueden ser simplificadas poniendo por un lado la complacencia y por otra la rebelión, pero aun así cabe la posibilidad de que potencialmente las negociaciones derivaran en violencia.
¿Cómo interpretar estas rebeliones? ¿Son evidencias de una ideología esclavista popular, un deseo universal de libertad que creaba un constante potencial de revuelta? ¿Aun antes de la retórica de las revoluciones del Atlántico, éstas nos proveían del “lexicón de libertad” que expresaba sus deseos?
Ciertamente los plantadores y las autoridades coloniales temían que así fuera. Cabe también preguntarse si hay diferencias entre sugerir que los esclavos se resistían a la esclavitud en busca de la libertad y su deseo de escapar o aliviar los elementos de su muy particular opresión. Ciertamente que en los casos de fuga se debía a un muy personal deseo de “obtener la libertad”, en un sentido abstracto y como un acto esencial de resistencia.
En otras palabras ¿existía una ideología esclava que verdaderamente reconociera el deseo de libertad? o, si dicha ideología existía, ¿era más predicado que la necesidad de los esclavos de hacer “vida bajo sus circunstancias [por ejemplo la esclavitud] en la que se encontraban ellos mismos”?
61 Michael Craton, Testing the Chains: Resistance to Slavery in the British West Indies, Ithaca, Corne (...)
Éstas son preguntas difíciles de responder debido, en parte, a la confusión de que se trata de entender las rebeliones esclavas (que pudieron dar lugar a la fundación de comunidades de fugados) o las acciones de los fugados como un fenómeno simple. Aun así existe el peligro de leer las acciones tomadas por las comunidades con el fin de preservar y, en ocasiones, legalizar su recién adquirida libertad, como representativa o evidencia de un deseo universal de los esclavos.
Por ejemplo, en el caso de los palenques que se describieron se hallaron claras manifestaciones de resistencia. Fueron creados por esclavos que habían tomado la decisión de huir, individualmente o en grupo, de sus condiciones de esclavitud. No obstante, para nuestros propósitos es importante tener en mente que los residentes de estos asentamientos llegaron a negociaciones fructíferas con las autoridades coloniales con el fin de asegurar y hacer permanente su estatus de personas libres. Tales convenios pueden haber sido usados como evidencia del deseo universal de libertad entre los esclavos. Aunque en realidad tales negociaciones no necesariamente nos aseguran que fuesen la primera instancia de su deseo de huir.61
Dicho de forma simple, los esclavos que lograban huir y se convertían en cimarrones habían obtenido un cambio en su posición objetiva, sus actos no eran representativos de los esclavos, sino de esclavos fugados. Esto es, mientras la creación de comunidades de fugados sirve como prueba clara de la resistencia esclava, no es necesariamente verdad que las acciones exitosas hablaran de una cosmovisión, de las opiniones o las acciones de quienes continuaban en cautiverio. Si hemos de lograr un entendimiento más profundo de sus perspectivas, entonces necesitamos poner atención en los motivos iniciales de su fuga. Dada la naturaleza de la evidencia archi-vistica desafortunadamente esto no siempre es posible.
Estas rebeliones echan luz sobre lo difícil que es encontrar los motivos de la resistencia esclava colectiva, sin contar con la evidencia testimonial necesaria. En la mayoría de los casos podemos inferir las causas de la fuga y de la rebelión desde la perspectiva de las élites, por esta razón las fuentes que aluden a la rebelión masiva de Calderón son extraordinarias.
Con base en los testimonios de los esclavos, en esa instancia, nos deja en claro que la fuerza de la rebelión puede describirse como un intento de mejorar las condiciones de servidumbre más que escapar o destruir la propiedad.
La rebelión y la fuga deben ser vistas más como prueba del entendimiento de los esclavos, que las relaciones amo-esclavo fundadas en el conflicto tolerado, que permitía ciertos niveles de mejoramiento en su posición política y que en su caso se habían roto. O que las circunstancias particulares de su condición se habían vuelto insostenibles. Entonces es posible que la resistencia esclava fuera tratada como un continuum entre la fuga y la rebelión, mientras se mantuviera con frecuencia en un polo, motivada por las mismas causas que animaban la resistencia cotidiana que yacía en el polo contrario. Entonces en el continuum de la resistencia esclava, la rebelión y la fuga eran las últimas opciones.
Para concluir es necesario referirse a dos importantes puntos. Primero, no podemos universalizar los motivos por los cuales los esclavos de Calderón se rebelaron, ya que es, hasta ahora, la única fuente que nos proporciona los argumentos de los esclavos. Pero sus acciones y testimonios nos indican la posibilidad de, sin importar tiempo y espacio, que la ideología esclava tuvo un deseo universal de libertad.
En segundo lugar, y de la misma importancia, de ninguna forma debe usarse ese hecho para argumentar que los esclavos aceptaban su posición social. Cada rebelión que se discuta, da luz sobre los extremos a los que los esclavos estaban dispuestos a llegar con el fin de pelear para acabar con las condiciones de opresión inherentes a la esclavitud. Sus acciones son suficientes para evidenciar su constante lucha contra los efectos deshumanizantes del sistema. Como tal, nos compete a los historiadores comprender mejor su lucha y motivos para resistirse con violencia.
Traducción de: Juan M. de la Serna H.
Archivos documentales
Archivo General de Indias, Sevilla (agi).
Archivo General de la Nación (agn), Criminal, Tierras, Inquisición, Ordenanzas, Bienes Nacionales.
Archivo Municipal de Córdoba (amc).
Fuente: books.openedition.org
Protestas e Inconformidades: movimientos sociales en México
Emisión donde se habla de las causas que dieron origen a los movimientos sociales armados que surgieron de 1970 al 2000, con testimonios de Carlos Montemayor.
Palabras clave: restauración, autoritaria, democratización, crisis, movimientos sociales.
Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales
La crisis política, los movimientos sociales y el futuro de la democracia en México
México está atravesando una crisis multidimensional; tanto en lo económico, como en lo político, moral y social, confronta radicales disyuntivas. Para explicar el origen de esta crisis, su evolución reciente y sus posibles vías de desenlace, en el artículo se analizan las limitaciones de la transición mexicana a la democracia, y por tanto, las razones de la continuidad institucional, legal y cultural del viejo régimen. A su vez, se estudia la aceleración de la crisis desde el regreso del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la república (2012) y el lanzamiento del proyecto restaurador. Finalmente, se presenta la evolución y los retos estratégicos de los nuevos movimientos sociales de protesta y los posibles derroteros de la actual lucha entre la restauración autoritaria y democratización.
Los movimientos sociales los realizan ciertos grupos para alcanzar determinados objetivos, pueden ser muy amplios o muy pequeños, según el momento o las circunstancias. No tienen una estructura como los sindicatos, los partidos políticos o el gobierno, por lo tanto, son acciones colectivas que surgen por causas económicas, políticas, sociales, culturales o ideológicas.
Aunque pareciera que son un tema contemporáneo, los movimientos sociales son muy antiguos, por ejemplo, en la antigua Grecia o Roma había movimientos impulsados por los esclavos y luego en la Edad Media empezaron a surgir aquellos en contra de los señores feudales, en contra de determinadas leyes y contra el exceso del poder.
El doctor Javier Aguilar García, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, destaca que en la Revolución Industrial los movimientos sociales experimentaron una transformación.
“Los movimientos sociales modernos surgen con la Revolución Industrial, en Europa, la cual trajo cambios económicos y sociales muy importantes en la vida de la población y para los trabajadores del campo y de la industria; eran movimientos que buscaban protección, salud, bienestar, mejores condiciones de trabajo, es decir, están muy ligados a la historia del capitalismo”, dijo.
En México, los movimientos sociales también son históricos. Después de la Conquista española, hubo una serie de movimientos indígenas y mineros que los gobiernos trataron de controlar por medio de la violencia, pero también mediante símbolos religiosos, como la virgen de Guadalupe.
Para el siglo XVII y XVIII hubo movimientos sociales de artesanos, de trabajadores de las minas, del campo y de la ciudad; más tarde, la Revolución Mexicana fue un movimiento social que se enfrentó a toda la estructura política y militar del gobierno. En el siglo XX quizá los movimientos sociales fueron numerosos, el de 1968 es de los más violentos y recordados.
Mejores condiciones de vida
Los movimientos sociales siempre están aspirando, sobre todo los locales, a resolver sus problemas. Para más adelante quizá construir uno de alcance nacional, “o tal vez, se podría decir que ese sería el fin último”, comenta el doctor Aguilar García. Esto con el objetivo de combatir u oponerse a un sistema económico o político.
“Los movimientos sociales siguen siendo actores que reivindican el respeto y garantía de los derechos ya existentes, pugnan por la no regresividad o pérdida de los mismos y participan en la creación de nuevos derechos —derechos emergentes— como parte de las exigencias de los diversos grupos de la sociedad, que cambian en la medida que cambian las sociedades mismas”, destaca el doctor Miguel Ángel Ramírez Zaragoza en el libro Movimientos sociales en México y América Latina, coordinado por Aguilar García.
Agrega que con ello dan paso a la necesidad de construcción social de esos nuevos derechos para acceder a mejores niveles de bienestar y a la protección de los ciudadanos contra los abusos de las autoridades que detentan el poder político.
Por lo tanto, su propósito es lograr un cambio en las condiciones de vida que se tienen según el momento en el que surgen, además de que un aspecto que los caracteriza es que no tienen una dirección política.
Redes sociales y movimientos sociales
En la actualidad, el internet y las redes sociales han permeado distintas áreas de nuestra vida. Los movimientos sociales no han sido ajenos a esta situación; hoy, tan sólo con un clic, la información seleccionada puede llegar a un mayor número de personas en todo el mundo.
Por lo tanto, como menciona Juan Bravo Zamudio, en la obra antes referida, “a lo largo de la historia, los movimientos han establecido su propio patrimonio, es decir, su acumulación de experiencias acerca de las formas, tácticas y estrategias de organización para expresar su protesta y metas, a fin de alcanzar sus objetivos”.
Otro caso que ha podido ser impulsado desde las tecnologías de la información se llevó a cabo en España, en donde apareció el movimiento 15-M, el cual surgió en 2011 porque los jóvenes demandaron el establecimiento de una verdadera democracia participativa y el final del bipartidismo.
Para este movimiento fueron los jóvenes quienes convocaron a la ciudadanía a través de las redes sociales para reunirse en la plaza central de Madrid y tuvo un gran poder de convocatoria.
Sin embargo, el doctor Aguilar García señala que pese a que existe un gran apoyo a través de las redes digitales, lo importante de los movimientos sociales es que la gente se congregue e impulse una acción colectiva, la cual sólo podrá llevarse a cabo con la reunión en vivo de la gente.
“En el periodo de la globalización surgen también movimientos sociales que son en gran medida transnacionales, debido a las facilidades que les otorgan las nuevas tecnologías de la información (principalmente Internet) para difundir la naturaleza y las causas de su movimiento”, destaca el doctor Javier Aguilar.
Fuente: http://ciencia.unam.mx/01-10-2018/Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM, DGDC
Hechos que cambiaron a México en el siglo XX
La lucha por los derechos de la mujer
Hoy en día, sabemos que existen movimientos sociales como el feminismo (a lo cuál de forma errónea algunas mujeres piensan que la coalición de estos grupos tienen razón de hecho); una de las formas para desmitificar cada una de estas participaciones en la vida contemporánea sobre todo en México, demos una mirada a la Historia.
El liberalismo es una doctrina política, económica y filosófica que promulgó el libre pensamiento, la igualdad, la libertad, la justicia, la democracia, la división de poderes y la propiedad privada. De igual forma, como recordarás, la Ilustración también tiene como antecedente las ideas del liberalismo, al considerar a la razón como único medio para acceder al conocimiento. Según las ideas ilustradas, la humanidad debía dejarse iluminar por la luz de la razón, ya que solo mediante la racionalidad científica, se llegaría al progreso económico y a la libertad política.
Tanto las ideas liberales como las ideas ilustradas, eran contrarias al régimen monárquico que se vivía en Francia a finales del siglo XVIII, bajo el reinado de Luis XVI.
Así, que el 26 de Agosto de 1789 surgió la:
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y EL CIUDADANO
Thomas Paine
Asamblea Nacional Francesa
Los Representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido y el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, (…)
Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, a fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada instante con la finalidad de toda institución política, sean más respetados y para que las reclamaciones de los ciudadanos, en adelante fundadas en principios simples e indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos.
En consecuencia, la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y bajo sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano:
Artículo 1 Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos.( Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común)
Artículo 2. El objeto de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. (Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión)
Artículo 3 El principio de esta soberanía reside esencialmente en la Nación.(Ningún cuerpo, ningún individuo, pueden ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella)
Artículo 4. La libertad consiste en poder hacer todo lo que no dañe a otro; así, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene más límites que los que aseguran a los miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. (Tales límites sólo pueden ser determinados por la ley.)
Artículo 5. La ley no puede prohibir sino las acciones dañosas a la sociedad. (Nada que no esté prohibido por la ley puede ser impedido, y nadie puede ser constreñido a hacer algo que ésta no ordene)
Artículo 6. La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho A contribuir a su elaboración, personalmente o por medio de sus representantes. (Debe ser la misma para todos, ya sea que proteja o que sancione. Como todos los ciudadanos son iguales ante ella, todos son igualmente admisibles en toda dignidad, cargo o empleo públicos, según sus capacidades y sin otra distinción que la de sus virtudes y sus talentos.)
Artículo 7. Ningún hombre puede ser acusado, detenido ni arrestado sino en los casos determinados por la ley, y según las fórmulas que ella ha prescrito. (Quienes soliciten, cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deberán ser castigados; pero todo ciudadano convocado o aprehendido en virtud de la ley debe obedecer de inmediato; es culpable si opone resistencia.)
Artículo 8. La ley no debe establecer sino penas estrictas y evidentemente necesarias, y ninguno puede ser castigado sino en virtud de una ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada. (….)
Artículo 9. Todo hombre se presume inocente hasta que haya sido declarado Culpable. (si se juzga indispensable detenerlo, todo rigor que no sea necesario para apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido por la ley.)
Artículo 10. Ninguno debe ser inquietado por sus opiniones, aunque sean religiosas, con tal de que su manifestación no turbe el orden público establecido por la ley. (….)
Artículo 11. La libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre. (en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley)
Artículo 12. La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita una fuerza pública: (esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el provecho particular de aquellos a quienes ha sido encomendada.)
Artículo 13. Para la mantención de la fuerza pública y los gastos de administración es indispensable una contribución común. (ésta debe repartirse equitativamente entre los ciudadanos, proporcionalmente a su capacidad.)
Artículo 14. Todos los ciudadanos tienen derecho de hacerse constar, o pedir razón por sí mismos, o por sus Representantes, de la necesidad de la contribución pública. (de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración.)
Artículo 15. La sociedad tiene derecho de pedir cuenta de su administración a todo agente público.
Artículo 16. Toda sociedad en la cual la garantía de derechos no está asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene Constitución.
Artículo 17. Siendo las propiedades un derecho inviolable y sagrado, ninguno puede ser privado de ella, (salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y a condición de una justa y previa indemnización).
Fuente: D. R. 2015 Gloria Ramírez.D. R. 2015 Cátedra UNESCO de Derechos Humanos de la UNAM
Cabe señalar que el término “hombre” en la Declaración no equivale a “varón” sino al género humano en su conjunto.
….si la mujer tiene el derecho de subir al patíbulo,
ella debe tener igualmente, el derecho de subir a la tribuna…
Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana 1991. Artículo X
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER Y LA CIUDADANA
Olympe de Gauges
Preámbulo
Las madres, las hijas, las hermanas representantes de la nación demandan constituirse en Asamblea Nacional. Considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer, son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobernantes, han decidido exponer en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer, con el fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y deberes, a fin de que los actos del poder de las mujeres y aquellos del poder de los hombres puedan ser a cada instante comparados con la meta de toda institución política sean respetados. Con el fin de que las reclamaciones de las ciudadanas, fundadas desde ahora en principios simples e incontestables, se dirijan siempre al mantenimiento de la constitución, de las buenas costumbres y de la felicidad de todos.
En consecuencia, el sexo superior en belleza, como en coraje, en los sufrimientos maternales, reconoce y declara en presencia y bajo los auspicios del ser supremo, los derechos siguientes de la mujer y de la ciudadana.
Artículo I
La mujer nace libre y goza igual que el hombre de los derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.
Artículo II
El objeto de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la mujer y del hombre, estos derechos son: la libertad, la propiedad, la seguridad y sobre todo, la resistencia a la opresión.
Artículo III
El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación, que es la reunión de la mujer y del hombre: ningún cuerpo, ningún individuo puede ejercer autoridad que no emane expresamente de ella.
Artículo IV
La libertad y la justicia consiste en devolver todo lo que le pertenece al otro; así el ejercicio de los derechos naturales de la mujer no tienen más límites que la tiranía perpetua que el hombre le impone. Esos límites deben de ser reformados porlas leyes de la naturaleza y de la razón.
Artículo V
Las leyes de la naturaleza y las leyes de la razón prohíben todas las acciones dañinas a la sociedad. Todo aquello que no esta prohibido por estas leyes, sabias y divinas, no puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo que estás no ordenan.
Artículo VI
La ley debe ser la expresión de la voluntad general. Todas las ciudadanas y ciudadanos tienen el derecho de participar personalmente, o por medio de sus representantes en su formación. Ésta debe ser la misma para todos: todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, siendo iguales ante sus ojos, deben de ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades, y sin otras distinciones que aquellas de sus virtudes y sus talentos.
Artículo VII
Ninguna mujer esta exenta. Ella puede ser acusada, detenida, encarcelada en los casos determinados por la ley, las mujeres obedecen como los hombres a esta ley rigurosa.
Artículo VIII
La ley debe establecer las penas estrictas y evidentemente necesarias, y nadie puede ser castigado, sino en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito y legalmente aplicada a las mujeres.
Artículo IX
Cuando alguna mujer es declarada culpable, todo el rigor debe ser ejercido por la ley.
Artículo X
Nadie debe ser molestado por sus opiniones, incluso fundamentales. Si la mujer tiene el derecho de subir al patíbulo, ella debe tener igualmente, el derecho de subir a la tribuna; mientras que sus manifestaciones no alteren el orden establecido por la ley.
Artículo XI
La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más apreciados de la mujer, puesto que la libertad asegura la legitimidad de los padres hacia los hijos. Toda ciudadana puede en consecuencia decir libremente, soy madre de un hijo que le pertenece, sin que un prejuicio bárbaro la forcé a disimular la verdad; salvo la responsabilidad que el abuso de esta libertad produzca en los casos determinados por la ley.
Artículo XII
La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana necesita una utilidad mayor, esta garantía se instituye, para beneficio de todos y no para la utilidad particular de aquellos que la tienen a su cargo.
Artículo XIII
Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son iguales, ella realiza todas las tareas pesadas, entonces, ella debe tener la misma parte en la distribución de los empleos, tareas, de las dignidades y de la industria.
Artículo XIV
Las ciudadanas y los ciudadanos tienen el derecho de verificar por sí mismos o por representantes, la necesidad de la contribución pública; las ciudadanas deben adherirse para admitir una repartición igual, no solamente en la fortuna, sino en la administración pública, y determinar la cuota, la base, la recaudación y la duración del impuesto.
Artículo XV
El conjunto de mujeres, agrupadas para la contribución al conjunto de los hombres, tiene el derecho de pedir cuentas a todo agente público sobre su administración.
Artículo XVI
Las propiedades son para todos los sexos reunidos o separados; éstas son para cada uno un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado como verdadero patrimonio de la naturaleza sino cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exige claramente y con la condición de una indemnización justa y previa.
Otro proceso fue la participación de las Mujeres en la Segunda Guerra mundial en diversas partes del mundo.
¿Ahora comprendes el verdadero significado de esta imagen?
Un significado contrario usado por algunas personas hoy en día.
A través de la Historia México no fue la excepción desde el Imperio Mexicano hasta en este pleno siglo XXI.
¿Quién fue Atotoztli?
Es posible que sí haya existido la gran Atotoztli, la mujer tlatoani (gobernante) de uno de los más grandes imperios del continente americano: Mexico-Tenochtitlan. El historiador Filiberto Romo ha ido desentrañando el misterio de Atotoztli y ha encontrado que es muy posible que sí haya existido y que haya tenido un cargo muy parecido al del Tlatoani.
Fue la hija única de Moctezuma I (recordemos que quien recibió a Cortés fue Moctezuma II) quien fue el 5to Tlatoani de la dinastía tolteca-mexica del imperio mexica (azteca). Fue la encargada de la renovación del linaje tolteca-mexica, lográndolo con su matrimonio del que salieron otros futuros tlatoanis como Axayácatl, Tizon y Ahuizotl (este último, conocido por haber ensanchado las fronteras del imperio como nunca antes).
¿Cómo pudo mantener el linaje tolteca-mexica?
Al tener sangre legítima del gran Moctezuma I, Atotoztli gobernó antes de que lo hiciera su hijo Axayácatl (la mayoría de los historiadores lo cuentan a él como el sexto tlatoani, saltándose el reinado de Atotoztli).
En la Genealogía de los príncipes mexicanos, aparece Atotoztli debajo de Moctezuma I con la leyenda en náhuatl: “Cihuapilli Atotoztli” que significa “la princesa Atotoztli o la mujer noble Atotoztli”.Además, en el Codex Mexicanus se muestra también el parentesco de Atotoztli con Moteczuma I. Esto es extraño ya que muy poco se sabe de las mujeres en la dinastía de Tenochtitlan, pero Atotoztli parece ser la excepción.
El linaje tolteca-mexica era muy importante ya que los mexicanos antiguos establecían su legitimidad a gobernar sobre los demás a partir de que descendían de los mismísimos Toltecas (conocidos como los grandes creadores de la cultura nahua). Además, vinculaba a los mexicas con los colhuas quienes también se cocideraban descendientes de los toltecas.
Para los mexicas era importante esta unión, ya que, al ser descendientes del pueblo al que ellos consideraban como el más civilizado de todos, ellos dejaban de considerarse a sí mismos como salvajes (recordemos que peregrinaron desde el norte, y que las civilizaciones del sur consideraban a los nómadas del norte como salvajes).
Todo esto pesaba sobre Atotoztli, pues tenía que garantizar la continuidad de su linaje. Ella se casó con Tezozómoc, hijo del cuarto tlatoani, Itzcóatl.
¿Cómo sabemos que fue ella quien gobernó?
En ningún momento de la historia mexica hay tanta confusión en las fuentes como en la muerte de Moctezuma I. Pero las pruebas de que ella pudo haber gobernado son las siguientes (primero están los testimonios de los españoles):
Fray Toribio de Benavente, Motolinia, en Historia de los Indios de la Nueva España, escribió:
“Atotoztli, hija de Moctezuma I; casó con Tezozómoc, hijo de Itzcoatl, y de este matrimonio nacieron Tizoc, Axayacatl y Ahuiztol, rostro acuático, sucedió a Moctecuzoma I, y gobernó entre 1469 y 1481.
Por otro lado, Francisco López de Gómara dejó escrito:
“Axayácatl fue rey después de su madre”
Por último, Fray Jerónimo de Mendieta también dejó escrito que después de Moctezuma I gobernó su hija.
Ahora lo que dicen los códices. En los Anales de Tula y en el Códice Ramírez hay registro del gobierno de ella. De hecho, en el Códice Ramírez se introduce la variable notable de que, entre los reyes de Tenochtitlán, estaba la hija de Moctezuma I. Los Anales de Tula y el Códice Ramírez difieren de las fechas en las que ella podría haber gobernado.
¿Cómo ven? Una poderosa reina mexica.
Artículo extraido https://erizos.mx/curiosidad/atotoztli-la-mujer-que-fue-tlatoani-del-imperio-azteca-mexica/
Las Mujeres en la Independencia de México
Antecedentes externos de la independencia
Las reforma borbónicas, la Ilustración y el enciclopedismo francés, la independencia de las trece colonias norteamericanas, la revolución francesa, la crisis política y económica de España.
Como Recordaras este tema: Las Reformas borbónicas fueron económicas, políticas y administrativas.
Reformas económicas
-Modificaciones a la real hacienda, con el objetivo de recaudar de manera más eficaz el cobro de impuestos.
-Creación de estancos o monopolios manejados por el estado.
-Nuevas leyes sobre la libertad de comercio externo, apertura de puertos y creación de otros consulados.
-Impulso a la producción minera.
Reformas políticas y administrativas
-Establecimiento del sistema de intendencias.
-Disminución del poder de los criollos en la Real audiencia.
-Organización de un ejército regular.
-Supresión de los fueros y privilegios de la Iglesia y expulsión de los jesuitas.
Antecedentes internos de la independencia
Aunque los factores externos dieron un gran impulso al movimiento de emancipación de Nueva España, el descontento que existía en esta fue determinante.
-El nacionalismo criollo.
-Problemas políticos y económicos en la Nueva España.
El estudio del rol de las mujeres en las distintas etapas del movimiento de Independencia de México no tiene mucho. De las más conocidas son Josefa Ortiz de Domínguez, la Corregidora, y el de Leona Vicario.
Pero existen más, algunos historiadores han encontrado a varias mujeres que desempeñaron roles claves en el conflicto del lado de los insurgentes: principalmente dentro de los ejércitos insurgentes, en especial con Miguel Hidalgo y José María Morelos.
«Los héroes que nos dieron la patria», figuraban en nuestra mente, solo como Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón y a lo mucho a Josefa Ortiz de Domínguez. Hasta ahí terminaba el cuento e nuestra Independencia. Sin embargo, esa insurgencia no habría sido posible sin la participación activa de las mujeres.
Detrás de esa lucha se encuentran muchas mujeres más. Y participaron desde los combates, hasta alimentar, curar, informar y liderar a las tropas. A continuación recordamos a algunas de estas heroínas que nos dieron la independencia.
María Luisa Martínez de García Rojas, fue una heroína insurgente, originaria de Erongarícuaro, Michoacán.
Sus actividades dentro de la población de Erongarícuaro fueron las del comercio, pues, además de la fabricación de jaranas, junto con su esposo tenían una tienda de abarrotes, y se dedicaban al cultivo.
En cuanto a su desempeño dentro de Independencia, ella comunicaba a los insurgentes los movimientos de las tropas virreinales, sus informes fueron encontrados por las autoridades, lo que provocó que fuera multada y encarcelada más de una vez.
María Luisa fue ejecutada en su ciudad natal en 1817, luego de no poder pagar una multa mayor por su encarcelamiento. Lamentablemente, su última multa era demasiado alta y al no poder pagarla, fue condenada a ser fusilada.
«¿POR QUÉ TAN OBSTINADA PERSECUCIÓN CONTRA MÍ? TENGO DERECHO A HACER CUANTO PUEDA EN FAVOR DE MI PATRIA, PORQUE SOY MEXICANA. NO CREO COMETER NINGUNA FALTA CON MI CONDUCTA, SINO CUMPLIR CON MI DEBER.»
LUISA MARTÍNEZ MINUTOS ANTES DE SER FUSILADA
María Gertrudis Teodora Bocanegra Lazo Mendoza, mejor conocida como Gertrudis Bocanegra, fue una de las mujeres novohispanas que apoyó el movimiento insurgente durante la guerra de Independencia.
Gertrudis leía con mucha pasión a los principales autores de la Ilustración, por lo que cuando estalló la guerra de independencia se unió sin pensarlo inmediatamente. Ella informaba y pasaba correo de los insurgentes en la región de Pátzcuaro y Tacámbaro.
Esta mujer dio su vida por la independencia, ya que había sido enviada a Pátzcuaro para ayudar a tomar la ciudad. Sin embargo y tristemente fue descubierta y sentenciada a muerte. Hasta sus últimos minutos de vida prefirió negar la información acerca de las fuerzas insurgentes al gobierno virreinal, a ser una traidora.
Leona Vicario
María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, hoy en día conocida como Leona Vicario, fue una de las figuras más importantes de la Guerra de Independencia.
El grupo al que perteneció fue el de Los Guadalupes, incluso ella financió con su propio dinero a la insurgencia. Leona Vicario es considerada también una de las primeras mujeres periodistas de México.
También se dedicó a informar a los insurgentes de todos los movimientos que podían interesarles y qué ocurrían en la capital del virreinato. Fue declarada Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria el 25 de agosto de 1842, a los cuatro días de su fallecimiento.
Altagracia Mercado, también conocida como la «Heroína de Huichapan», fue una militar mexicana que participó activamente en la lucha por la Independencia de México.
También se sabe que financió la formación de un batallón que ella misma dirigió y con el cual se integró al bando insurgente durante la lucha por la Independencia de México. Incluso venció en repetidas ocasiones al ejército realista, siempre ella y su tropa se enfrentaron con valentía.
Esta imparable mujer al quedarse en una de las batallas casi sin miembros en la lucha, el comandante que estuvo a punto de eliminarla decidió perdonarle la vida y termina cumpliendo 4 años en presión.
«MUJERES COMO ELLA NO DEBEN MORIR».
EL COMANDANTE ESPAÑOL
Josefa Ortiz de Domínguez «La Corregidora»
Imagen citada por Ángeles González sobre cómo lucía la Corregidora de joven. Para 1810 la mujer tenía 45 años y 14 hijos! Teniendo el mayor 20 años y enrolado en el ejército realista.
María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón, fue insurgente de la Independencia de México. Así mismo fue una de las primeras participantes en la conspiración de Querétaro y pieza clave para el inicio de la lucha que encabezó el cura Miguel Hidalgo y Costilla en Dolores Hidalgo.
Su esposo, Miguel Domínguez comunicó a su esposa que la conspiración había sido descubierta por las autoridades españolas, y la encierra en su cuarto para salvarla A ella y su familia evitando que Josefa hable; pues conocía el carácter de su esposa.
Sin embargo Josefa Ortiz de Domínguez no se quedó callada y mandó una nota a Ignacio Allende, pero terminó en manos de Miguel Hidalgo. Por lo que esa fue la chispa que inició el levantamiento a la madrugada del 16 de septiembre de 1810.
María Ignacia Rodríguez
María Ignacia Rodríguez de Velasco de Osorio Barba y Bello Pereyra, conocida como «la Güera Rodríguez». Fue una criolla que figuró en la sociedad colonial mexicana por su belleza y riqueza, pero sobre todo por brindar su apoyo a la Independencia de México.
Ha llegado ha llegado a ser considerada probablemente la primer feminista en México, ya que además de haberse convertido en una de las heroínas nacionales, rompió con los estereotipos de la mujer Novohispana.
María Ignacia fue partidaria del movimiento insurgente, y se suma a la lista de mujeres que apoyaron la causa independentista con su propia riqueza. El 22 de marzo de 1811 fue llevada al tribunal de la Santa Inquisición acusada de alterar el orden público en pro del movimiento independentista.
María Josefa Rafaela López Aguado de Rayón, originaria de Michoacán, Nueva España. Es considerada heroína de la Independencia de México por ser madre los cinco hermanos López Rayón, quienes combatieron en dicha guerra, destacando el mayor de ellos, el general Ignacio López Rayón secretario de Hidalgo.
«PREFIERO UN HIJO MUERTO QUE TRAIDOR A LA PATRIA.»
RAFAELA LÓPEZ RAYÓN
Mariana Rodríguez del Toro
Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín fue una novohispana de ideología liberal que luchó por la Independencia de México y conspiró junto con su esposo contra el gobierno virreinal.
Se le atribuye la plantación de la aprehensión del virrey Francisco Javier Venegas, en cambio de la liberta de Miguel Hidalgo.
Fuente: Cinthia Flores/Fotógrafa y reportera.
La lucha de las Mujeres Mexicanas por sus Derechos humanos
El papel de la Mujer
en la Revolución Mexicana
Las mujeres jugaron un papel prominente en la Revolución Mexicana. Fue algo común para las mujeres servir como “soldaderas”, cocinando, lavando y marchando junto a los hombres, a menudo llevando a los niños con ellas. También lucharon en los campos de batalla.
Las causas de la Revolución Mexicana fueron de carácter social, político y económico. Entre ellas se encuentran la nula libertad de expresión, la desigualdad social, la sobreexplotación laboral y muchas otras que condujeron al hartazgo del pueblo mexicano, lo que culminó con una serie de levantamientos armados y con el derrocamiento del régimen porfirista.
Principales causas
La desigualdad social y la concentración de la riqueza. Es cierto que, durante el Porfiriato, nuestro país tuvo un crecimiento económico importante. Sin embargo, la riqueza quedó repartida en unas cuantas manos nacionales y en otras pocas extranjeras.
No existía la libertad política. Es decir, el pueblo no podía elegir a ningún representante dentro de los poderes estatales ni federales. Estos eran impuestos por Porfirio Díaz, quien, pese a estar en contra de la reelección, permaneció en el poder más de 30 años.
Despojo de tierras a los campesinos. Díaz hizo una serie de reformas a la legislación que facilitaban la entrada a compañías extranjeras para que se adueñaran de “terrenos baldíos” los cuales en realidad pertenecían a indígenas, campesinos o gente muy pobre que no tenía el dinero para trabajar sus tierras y eran despojados de ellas.
Creación de latifundios. Las haciendas de gran extensión pertenecían usualmente a unos pocos propietarios mientras la mayoría de los mexicanos moría de hambre.
Pese al impulso de la educación superior, disminuyó la calidad de la enseñanza popular. De hecho, el 80% de la población era analfabeta.
No había libertad de expresión. La prensa tenía prohibido emitir cualquier tipo de opinión en contra del gobierno y las huelgas estaban prohibidas para todos los sectores.
Obreros y campesinos carecían de protección laboral por lo cual estaban expuestos a la sobreexplotación. La mayoría de los trabajadores incluso debían cumplir con jornadas de más de 12 horas por un sueldo miserable de 75 centavos.
Represión y uso de la fuerza. Las condiciones laborales eran pésimas, sin embargo, cuando los trabajadores y campesinos trataban de manifestar su inconformidad, fueron reprimidos brutalmente. Un ejemplo es el asesinato de obreros durante la Huelga de Cananea (1906) y de Río Blanco (1907).
Resumen del estallido de la Revolución Mexicana
Como ya revisamos, las causas de la Revolución Mexicana fueron tantas, y de tal gravedad, que un estallido social parecía inevitable. Pero, ¿Cómo se desarrolló este episodio? Para responder a dicha pregunta, a continuación te presentamos un breve resumen histórico.
1. Antecedentes: La influencia de Flores Magón
Un aspecto importante y muchas veces ignorado es que la Revolución Mexicana tuvo como precursor a un intelectual y político oaxaqueño de gran importancia: Ricardo Flores Magón
Ricardo, junto con sus hermanos Jesús y Enrique, creció influenciado por el resentimiento que su padre, el coronel Teodoro Flores, sentía por Porfirio Díaz, pues éste no lo había reconocido ni retribuido por su servicio a la Nación durante la invasión francesa de 1867.
Gracias a esto y a que eran testigos de las constantes injusticias que se llevaban a cabo, desde muy jóvenes, los hermanos Magón se mostraron críticos ante el régimen y participaban en revueltas estudiantiles. Posteriormente, Ricardo fundó el periódico Regeneración; publicación que influiría en el estallido de la Rebelión de Acayucan y las Huelgas de Río Blanco y Cananea.
Para ese entonces, Ricardo ya se había alejado del liberalismo y acercado al anarquismo; doctrina que permearía en sus textos. Sin embargo, recordemos que, durante el Porfiriato, la libertad de expresión no existía. Por ello, los hermanos Magón fueron constantemente perseguidos y amenazados. Y, aunque fue encarcelado varias veces, Ricardo nunca desistió y continuó escribiendo textos incendiarios.
2. El estallido de la lucha armada
Francisco I. Madero, otro de los grandes personajes de este movimiento armado, se había dedicado a recorrer el país para fundar clubes con sus ideales antirreeleccionistas y de cambiar al país por medio de la democracia. Era innegable: se había convertido en una amenaza para el régimen.
Debido a esto, fue aprehendido en Monterrey y después trasladado a San Luis Potosí. Mientras tanto, Porfirio Díaz resultaba nuevamente, y de manera ilegítima, electo como Presidente de México. Después, Madero fue liberado. Algo en él había cambiado: sustituiría la democracia por la lucha armada.
Con esto en mente, Madero huyó hacia San Antonio Texas. Desde ahí publicó el Plan de San Luis, donde se incitaba al levantamiento armado contra el régimen porfirista. La fecha de la convocatoria era para el 20 de noviembre de 1910.
Cuando el ansiado día llegó, la sublevación fue enorme. A partir de ese momento, se considera que inició la Revolución Mexicana. Después, con el transcurrir de los meses, la lucha se había extendido por gran parte del territorio.
Finalmente, después de que Madero atacara Casas Grandes, Chihuahua, Porfirio Díaz decidió renunciar el 25 de mayo de 1911 y, días después, se embarcó rumbo a París en el famoso barco Ypiranga.
Posteriormente, el 7 de junio del mismo año, Francisco I. Madero llegó triunfante a la Ciudad de México; resultó electo como presidente y asumió el cargo el 6 de noviembre de 1911, iniciando así, la promesa de un nuevo capítulo en la historia del país.
Fuente: https:mexicodesconocido.com.mx
Las mujeres participaron de muchas maneras en la Revolución. Algunas, como Margarita Neri, Elisa Griensen Zambrano, Encarnación Mares y la coronela María Quinteros de Meros lucharon en el mismísimo frente.
Otras, como Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, Edith O’Shaughnessy, Hermila Galindo y Alma Reed tuvieron más éxito como periodistas, defendiendo los derechos de la mujer, describiendo batallas y presentando una imagen positiva de la Revolución en el extranjero. Por el contrario, otras, como Luz Corral y Alma Reed, alcanzaron la fama como esposas y prometidas de hombres prominentes durante la Revolución.
Juana Belén Gutiérrez, nacida en Durango, escribió literatura feminista radical contra el catolicismo, la corrupción política, y las injusticias sociales durante el porfiriato. Díaz la encarceló con frecuencia, pero a pesar de ello, continuó transmitiendo sus ideas sobre la ilegitimidad de los líderes y partidos políticos. Llegó a tener pocas esperanzas de que la Revolución pudiera traer cambios, especialmente después de que Carranza asesinara a Zapata, a quien ella consideraba como el único líder verdadero, en 1919.
Gutiérrez creía firmemente en la democracia y culpaba a los mexicanos por no insistir en el ejercicio de sus derechos. Luchó para que la gente votara y así poder derrocar a la oligarquía militar y reemplazarlos por funcionarios civiles.
¡Por la tierra y por la raza!
Juana B. Gutiérrez de Mendoza
(México, 1924)
Fuente: Marcar como favorito: //www.loc.gov/exhibits/mexican-revolution-and-the-united-states/individual-women-sp.html#obj001
“Gen. Villa, Mrs. Villa.” Acquisitions of Pancho Villa & Mrs. Villa, Prints and Photographs Division, Library of Congress. PN 13 CN 2012: 147.18
Pancho Villa tuvo su primer encuentro con su primera esposa, Luz Corral, en 1910 al llegar a San Andrés, Chihuahua. Villa fue al pueblo para requisar provisiones para sus hombres. Al descubrir la pobreza de la madre de Luz, Villa sólo se llevó maíz, café y tabaco de su modesta tienda. La propia Luz llevó las provisiones a las tropas. Friedrich Katz narra que Villa quedó inmediatamente prendado de ella y le propuso matrimonio al instante, una vez finalizado el conflicto, sin perder tiempo con un cortejo formal. Aunque Luz aceptó, su madre no estaba tan dispuesta a consentir esa unión e incluso trató de interferir, pero sin éxito.
Katz admite que la madre de Luz tenía razón al mostrar cierta reticencia con los planes, pues Villa ya había propuesto matrimonio a varias mujeres en Chihuahua. Sin embargo, Villa se casó con Luz después de la firma del Tratado de Ciudad Juárez en 1911.
Aunque Villa llegó a casarse con otras mujeres, Corral está considerada como su primera, y la única que contribuyó a su carrera política. Villa dejó oficialmente a Corral en 1921.
Fuente: Marcar como favorito: //www.loc.gov/exhibits/mexican-revolution-and-the-united-states/individual-women-sp.html#obj002
Dolores Jiménez y Muro (1848–1925)
El presidente Díaz, y más tarde Huerta, encarcelaron en numerosas ocasiones a Dolores Jiménez y Muro, una socialista y activista política de Aguascalientes, por su trabajo en numerosas publicaciones de izquierda, incluyendo La Mujer Mexicana, en donde era miembro de la redacción.
En 1911 Jiménez y Muro planeó una conspiración para llevar a Madero a la presidencia, conocida como “El Plan Político y Social Proclamado por los Estados de Guerrero, Michoacán, Tlaxcala, Campeche, Puebla, y el Distrito Federal (18 de marzo de 1911)”.
A diferencia de Madero, sin embargo, Jiménez y Muro creía en reformas sociales y económicas. Ella también abogaba por la descentralización del sistema educativo, un salario justo y equitativo para todos los trabajadores, acceso a vivienda barata, y garantías para las poblaciones indígenas.
Al conocer sus ideas, Zapata le pidió ayuda para su causa, y en 1913, Jiménez y Muro se unió al líder revolucionario en Morelos, permaneciendo allí hasta que éste fue asesinado en 1919.
Cuatro soldaderas prominentes
Margarita Neri fue una de las pocas mujeres con nombre propio en la Revolución. Nacida en Quintana Roo en 1865, Neri había sido una hacendada antes de la Revolución.
Después de ser abandonada por los hombres durante el conflicto, Neri levantó su propio ejército, unos 200 hombres al principio, pero que aumentó a 1.000 en sólo dos meses. Sus hombres la seguían porque podía disparar y cabalgar tan bien como cualquiera de ellos.
Condujo a sus tropas por Tabasco y Chiapas en campañas de saqueo, asustando al gobernador de Guerrero de tal manera que éste huyó en una caja de embalaje al enterarse de que Neri estaba al llegar a la zona. Las historias sobre ella se contradicen, por lo que es difícil saber cuál de ellas es la verdadera. Finalmente fue ejecutada, pero quién dio la orden y dónde tuvo lugar, sigue siendo un misterio.
Elisa Griensen Zambrano
Elisa Griensen Zambrano era una joven de Parral, Chihuahua. A los 12 años ya era una firme partidaria de Villa y, al mismo tiempo, una fuerte opositora de las fuerzas estadounidenses en el país.
Cuando se enteró que los hombres de Parral no querían luchar contra las tropas de Pershing en 1916, ella misma reunió a un grupo de mujeres y niños para hacer frente al comandante Frank Tompkins y sus soldados justo a las afueras de la ciudad. Las mujeres y los niños, con palos y armas de fuego, forzaron al comandante Tompkins y a sus tropas a retirarse de Parral, obligando al comandante a decir, “Viva México, Viva Villa.”
Encarnación Mares de Cárdenas logró obtener un rango muy alto en una de las fuerzas rebeldes que se oponían a Victoriano Huerta. Como resultado de su buen desempeño en la Batalla de Lampezo, Nuevo León, la ascendieron de cabo a teniente. Otros la describieron de la siguiente manera: de cabello corto, una voz baja y una tendencia a vestirse con ropa andrajosa de hombre. Cárdenas también fue descrita como intrépida. Dejó el ejército el 7 de marzo de 1916 después de que los combates en el norte habían disminuido.
María Quinteras de Meras fue una coronela muy respetada por Pancho Villa. Esta soldadera demostró sus cualidades militares en las diez batallas en las que luchó durante los tres años que permaneció en el ejército villista, de 1910 a 1913.
Supuestamente después de haberse ganado un lugar en el ejército por disparar tan bien como los hombres, Quinteras de Meras llegó a ser un oficial de alto rango.
Según el periódico El Paso Morning Times (7 de mayo de 1914), “algunos de sus seguidores han llegado a creer que posee algún poder sobrenatural” (42). Al igual que la teniente Mares de Cárdenas, Quinteras de Meras también se vestía como los hombres con trajes de caqui y cananas. Tanto Quinteras de Meras como su esposo lucharon como voluntarios en el mismo grupo rebelde. Después de la Revolución, el matrimonio se negó a aceptar cualquier tipo de remuneración de Villa por los servicios prestados.
Fuente: Marcar como favorito: //www.loc.gov/exhibits/mexican-revolution-and-the-united-states/individual-women-sp.html#obj004
Edith O’Shaughnessy fue una escritora de Carolina del Sur casada con Nelson O’Shaughnessy, Encargado de Negocios en la embajada de Estados Unidos en México en 1913, después de haber ejercido durante dos años como Segundo Secretario.
Edith O’Shaughnessy escribió unas cartas muy informativas a su madre mientras residía en la Ciudad de México. Estas cartas fueron recopiladas más tarde en un libro que ofrece una visión sobre la perspectiva estadounidense de la Revolución Mexicana.
A las 12:30 del mediodía del 21 de abril de 1914, O’Shaughnessy escribió lo siguiente sobre la invasión de Veracruz: “Nelson ha recibido informes por medio de fuentes mexicanas—una manera sumamente embarazosa de recibir noticias—que Vera Cruz [sic] fue tomada por nuestros navíos a las ocho en punto de la mañana” (O’Shaughnessy, A Diplomat’s Wife in Mexico, pág. 285).
A las 8 de la noche del mismo día escribió que Huerta le había dicho a su marido “Ustedes [EE.UU.] han tomado nuestro puerto. Tienen derecho a tomarlo, si pueden, así como nosotros tenemos el derecho a intentar impedirlo. Su Excelencia el Señor Presidente Wilson ha declarado la guerra, innecesariamente, contra un pueblo que sólo pide que lo dejen en paz, para seguir su revolución a su manera” (O’Shaughnessy, A Diplomat’s Wife in Mexico, pág. 287).
Fuente: Marcar como favorito: //www.loc.gov/exhibits/mexican-revolution-and-the-united-states/individual-women-sp.html#obj005
Hermila Galindo Acosta nació el 2 de junio de 1886.
¿Sabías que ella fue la primera candidata a diputada federal en 1917 y la primera congresista en 1952?
Hermila Galindo editó la revista femenina Mujer Moderna. En 1915 trabajó a favor de Carranza y frecuentemente se dirigía a grupos feministas para animarles a que lucharan por sus derechos. Galindo era precisamente la clase de mujer a quien los moderados temían. Ella abogaba por una educación general y sexual para las mujeres, y creía que merecían todos los derechos que se concedían a los hombres, incluido el derecho al voto.
Galindo apoyó al general Pablo González para suceder a Carranza, a pesar de que el presidente había seleccionado a Ignacio Bonillas. Como consecuencia, Carranza le retiró su confianza y a partir de 1919 quedó aislada e inactiva.
Marcar como favorito: //www.loc.gov/exhibits/mexican-revolution-and-the-united-states/individual-women-sp.html#obj006
Alma Reed
Alma Reed, conocida como La Peregrina, por su periodismo sensible, es muy admirada en México. En 1921, después de la Revolución Mexicana, destacó por su defensa de Simón Ruiz, un joven indocumentado mexicano de 17 años, que había sido juzgado y sentenciado a la horca porque su abogado estadounidense le había recomendado que se declarara culpable.
Reed escribió a menudo contra la ejecución de menores, y en parte gracias a ella, la constitución de California fue modificada. Oriunda de San Francisco, Reed viajó a Mérida, Yucatán, después de haber escrito muchos artículos elogiando al gobierno revolucionario de Obregón. La parte más memorable de su historia es su noviazgo con el gobernador local, Felipe Carrillo Puerto. Después de salir de Mérida hacia San Francisco para hacer los preparativos para la boda, se enteró por telegrama que su prometido y otros doce hombres habían sido ejecutados.
Marcar como favorito: //www.loc.gov/exhibits/mexican-revolution-and-the-united-states/individual-women-sp.html#obj007
Fuente: Library of congress/La Revolución Mexicana y los Estados Unidos en las colecciones de la Biblioteca del Congreso/Mujeres destacadas
Política y cultura
versión impresa ISSN 0188-7742
Polít. cult. no.48 México sep./dic. 2017
TEXTO CONSTITUCIONAL MEXICANO: HISTORIA Y CAMBIO
El sufragio femenino y la Constitución de 1917. Una revisión
RESUMEN
Este trabajo tiene como objetivo analizar las diversas perspectivas políticas que enmarcaron los debates sobre el derecho al voto de las mexicanas durante el primer cuarto del siglo XX. Recordemos que el sufragio universal en el país fue aprobado hasta 1953. En este ensayo nos acercamos sólo a las primeras mujeres que sostuvieron argumentos distintos sobre el sufragio femenino; posturas a favor y en contra, e incluso divergentes y hasta similares sobre este proceso. A partir de este recorrido se observan los procesos de construcción de ciudadanía para las mujeres.
Palabras clave: sufragio; política; mujeres; ciudadanía; legislación
INTRODUCCIÓN
El 17 de octubre de 1953 se reconoció el derecho a votar y ser votadas para las mexicanas. Este derecho fue alcanzado tardíamente en comparación con otros países del mundo, luego de una larga lucha emprendida por las sufragistas que inició desde antes del siglo XX. En los estudios históricos, este tema se centra en la descripción de algunas mujeres extraordinarias y de grupos organizados que transgredieron el orden de género; también se examina a las feministas sufragistas que demandaron el voto y se analizan sus argumentaciones. Sin embargo, no se ha discutido suficientemente acerca de qué tipo de sufragio, en qué condiciones lo solicitaban, y cuál fue su impacto en las discusiones que tuvieron lugar entre los constituyentes de 1917 y la respuesta que dieron algunas mujeres años después.
Entre las diversas posturas políticas que se enfrentaron se enmarcan los debates que sobre el derecho al voto esgrimieron durante la lucha por el acceso al sufragio en el siglo pasado. En este trabajo nos acercamos a aquellas que sostuvieron argumentos diferentes sobre el voto femenino tanto en favor como en contra y analizamos cómo expusieron sus puntos de vista. Este examen se cruza también con los procesos de construcción de ciudadanía para las mujeres, con la finalidad de conocer la trayectoria de lucha por el voto femenino en nuestro país desde una perspectiva ampliada.
¿En qué sentido se dieron las discusiones?, ¿Cómo respondieron los y las sufragistas a las posturas de quienes no aceptaban dicho derecho? Son algunas preguntas que intentamos responder en este trabajo a fin de conocer los razonamientos de ambos bandos.
El concepto de ciudadanía2 se ha “[...] transformado en un lema popular y/o una estrategia política para quienes luchan por la democracia política en las calles”.3 La ciudadanía entraña, en un primer momento, acceso a igualdad de derechos políticos y éstos se ejercen en el espacio público.
De aquí que nos enfrentemos a un primer dilema: las mujeres, si bien actúan en lo público, no son reconocidas en él, y no se consideraron ciudadanas, por lo mismo no podían acceder al voto. La universalidad de derechos tan preciada por los logros obtenidos desde la Revolución francesa, no significó un cambio para las mujeres, quienes no fueron pensadas dentro de dicha universalidad.
Transcurrirá tiempo para que ellas tomen conciencia de su exclusión del ámbito público político y luchen a escala mundial por ser incluidas. De acuerdo con Antje Wiener -quien cita a Marshall-,4 la ciudadanía se ha construido a lo largo del tiempo y “no se reduce a una interpretación de los derechos de acuerdo con ciertos principios sino que también es una práctica”, y en ésta intervinieron las mujeres de manera marginal.
Estrechamente vinculado con el concepto de ciudadanía, el sufragio fue un asunto que importó a un sector de mujeres de clase media ilustrada, que consideraban que el acceso a la vida pública/política tenía que empezar por el derecho a elegir y ser electas; por tanto, consideraron que el sufragio les abriría las puertas de entrada a la democracia y a la ciudadanía.
En México, desde fines del siglo XIX existen referencias de demandas de algunas mujeres por el acceso a la educación superior, al trabajo y a la participación política en igualdad de condiciones con los varones. La exclusión de las mujeres de la política las dejaba fuera del ejercicio de la ciudadanía y con ello eran percibidas como seres menores de edad que debían ser cuidadas y protegidas; mientras que el hombre fungía como jefe de la familia sobre el que descansaba el ejercicio de sus funciones cívicas -entre las que se encontraba el de sufragar-; a la mujer se le reservaba la educación con fines prácticos, debía ser esposa y madre virtuosa de los hijos de la república. En el terreno jurídico, de acuerdo con el Código Civil de 1884, estaba subordinada al varón, sin autonomía de actuación.5 Este “deber ser femenino” no era aceptado por todas las mujeres, ello las llevó a inconformarse y a iniciar un movimiento para conseguir ser reconocidas como ciudadanas.
El sufragismo se define como la reivindicación por el derecho al voto para las mujeres en todo el mundo. Esta corriente que demandó la adquisición de derechos políticos no sólo se limitó al sufragio, sino cuestionó a la sociedad que excluía a la mitad de la población del ejercicio de la ciudadanía y por lo tanto de su integración a la vida pública, y con ello exigió cambios en el orden de género imperante al vincularse con el feminismo.
La demanda por el sufragio femenino tuvo su momento destacado en los debates que se produjeron en tiempos de la Revolución mexicana en dos ocasiones específicas: primero en Mérida, Yucatán -en el Primer Congreso Feminista de 1916-, y luego durante el Congreso Constituyente de 1917.6 Después de que en éstos no se alcanzó ese derecho, encontramos mujeres empeñadas en seguir pugnando por acceder al voto.
Por el sufragio en México
El siglo XX mexicano vio aparecer movimientos de oposición contra el régimen de Porfirio Díaz, que resultaron numerosos y que se extendieron a lo largo de la república. El sufragio era conflictivo y Díaz se encargaba de manipular los comicios, en los cuales apenas si votaban algunos varones. El sufragio efectivo, tema del antirreleccionismo encabezado por Francisco I. Madero, no contempló a las mujeres, a pesar del apoyo que muchas de ellas brindaron a partir de su proselitismo y de la formación de clubes antirreleccionistas.
Al tiempo que hubo mujeres que exigían el acceso al sufragio, había otras que se reunían a conspirar para derrocar a Díaz. El periodo de 1900 a 1910 se caracterizó por una mayor incorporación de mujeres a la oposición que, si bien no todas pugnaron por el sufragio, ejercieron ciudadanía a través de la participación abierta en el espacio público cobijadas por los movimientos contra el régimen.
En 1910 encontramos tímidas demandas para obtener el voto femenino. Francisco I. Madero, quien encabezó el movimiento antirreeleccionista en contra de Porfirio Díaz en la presidencia, potenció las expectativas de algunas mujeres quienes -para apoyarlo en su llegada a la presidencia- demandaron el sufragio. La “primera sociedad política feminista en México, formada a fines de 1910 con el objetivo de trabajar por la exaltación del Sr. Francisco I. Madero a la presidencia y por los derechos de la mujer”, se denominó Hijas de Cuauhtémoc, exigió intervenir en las elecciones, pero su petición no fue escuchada.7
En mayo de 1911 varios cientos de mujeres firmaron una carta para el presidente interino De la Barra donde reclamaban el voto para la mujer, señalando que la Constitución de 1857 no las excluía de dicho derecho, puesto que no hacía mención al sexo de los votantes.8
Las mujeres formaron parte de los clubes antirreeleccionistas durante la primera etapa de la revuelta armada (1910-1912) actuando como correos, espías, enfermeras, periodistas e incluso tomando las armas y también como soldaderas haciendo trabajo doméstico y solucionando los problemas cotidianos en los campamentos.9 Al triunfo de Madero se integraron a participar en el nuevo régimen que parecía ofrecer una mayor democracia, que quedó truncada con el asesinato del líder en 1913. Algunas seguidoras continuaron perteneciendo a algunos clubes, otras se insertaron a colaborar con las distintas facciones revolucionarias: zapatismo o carrancismo y otras abandonaron la lucha.
Otro hito importante en la trayectoria del feminismo sufragista mexicano lo constituyen los dos congresos feministas llevados a cabo en Yucatán en enero y en noviembre-diciembre de 1916; promovidos por el gobernador carrancista Salvador Alvarado, quien buscaba contrarrestar la influencia que el clero tenía entre las mujeres, mediante la educación y el trabajo; convocó a maestras de todo el país para discutir sobre cuestiones educativas, “[...] con el fin de auscultar el corazón de la mujer mexicana, conocer sus aspiraciones y encauzar sus tendencias”.
10 Los temas que se debatieron giraban en torno a lo medios sociales encaminados a manumitir a la mujer; el papel de la escuela primaria en la reivindicación femenina; cómo el Estado debería preparar a la mujer para que se integrase al progreso y, por último, cuáles funciones públicas podía y debería desempeñar a fin de convertirse en un elemento dirigente de la sociedad.11 La cuestión del sufragio apareció cuando las delegadas deliberaron en torno a las reformas a la legislación civil encaminadas a igualar derechos para ambos sexos dentro del matrimonio.
Al presentar el punto del acceso al ejercicio del sufragio para las mujeres, hubo quienes se opusieron negándose a aceptarlo con el argumento de que la diferencia entre los sexos hacía imposible la igualdad y por lo tanto el acceso al voto: una de las participantes, “Candita Ruz Patrón [manifestó] que no son absolutamente iguales las mujeres que los hombres, ni física ni moralmente; que solamente pueden hacer las leyes las personas que puedan sostenerlas con la espada en la mano”.
12 La agria controversia que se produjo con esta postura se desenvolvió a partir precisamente de esa diferencia. Estaban quienes se inclinaban por un voto restrictivo y gradualista, implicando con ello la disparidad entre las mujeres, que debía iniciar desde el ejercicio municipal, y estaban aquellas otras que se veían educando primero a las mujeres y dejando el voto para el porvenir.13
Además, durante el Primer Congreso las delegadas se habían conmocionado con la ponencia que Hermila Galindo había enviado, titulada “La mujer en el porvenir”, donde se refería a que las mujeres tenían impulsos sexuales iguales a los de los hombres, tema que causó gran controversia. Ello la impulsó a aclarar su propuesta durante el Segundo Congreso de fines de 1916, por medio de un Estudio14 donde se defendió por haber sido calificada como inmoral. Asimismo, y esto es lo que nos importa, usó una parte de su texto para explicar la importancia que debía tener el sufragio para las mujeres. Recordemos que uno de los puntos de discusión y de conflicto que se produjo en este Segundo Congreso, al igual que en el anterior, giraba en torno al sufragio.
En su Estudio, Galindo consideraba al sufragio como un derecho y añadía que si las leyes se aplicaban de igual manera para hombres que para mujeres, estas últimas debían tener injerencia directa en la redacción de aquéllas. Por eso subrayaba que “[...] las mujeres necesitan el derecho al voto por las mismas razones que los hombres, es decir, para defender sus intereses particulares, los intereses de sus hijos, los intereses de la patria y de la humanidad, que miran a menudo de modo bastante distinto que los hombres”.15
Sostenía una visión que hoy día podemos considerar esencialista del acceso al voto, al afirmar que si bien no había mujeres y hombres excepcionales, las mujeres tenían la misión de pugnar por cuestiones morales, a ellas las cargaba de honorabilidad y ética para salvaguardar los principios sociales:
Habrá muchas mujeres indiferentes, pero habrá muchas de corazón entusiasta e inteligencia clara, todas las que hoy quisieran y no pueden poner su esfuerzo y su voluntad al servicio de su prójimo y de su patria, muchas que por influencia de su voto podrán inclinar la balanza y obtener las leyes justas que juzgan indispensables, y que están reclamando desde hace tanto tiempo.16
Al igual que Galindo, las congresistas en ambas reuniones concluyeron en la conveniencia de reclamar un sufragio gradual y diferenciado, y que educar a las mujeres sería una prioridad para luego demandar el sufragio municipal, pero sólo para aquellas mujeres que supieran leer y escribir, lo que resultaba en discriminación o exclusión de un gran número de mujeres del ejercicio de la ciudadanía.
Luego de múltiples discusiones, las congresistas aceptaron el hecho de que la mujer mereciera votar, pero no ser votada. Por lo tanto, la fórmula del gradualismo pareció haber sido la favorecida y con ello quedaba saldada la preocupación de las sufragistas.
Dice bien la señorita Ascanio (otra de las participantes), no es necesaria la experiencia previa para entrar a las luchas sufragistas, porque la práctica, precisamente, se adquiere en la lucha, y es perfectamente lógica su indicación de que se empiece por la más fácil, la campaña municipal.17
Estas discusiones carecieron de seguimiento y creemos que no repercutieron en lo que serán los debates que los diputados constitucionalistas sortearon por los artículos 34, 35 y 36 referentes al voto de los ciudadanos.
Terminada la lucha armada, Venustiano Carranza como vencedor y en su carácter de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Ejecutivo, llamó a integrar a un grupo de revolucionarios con la misión de reformar la Constitución de 1857, y presentó un proyecto de Constitución reformada a fin de que fuera discutida y aceptada con mínimos cambios. Su intención era revisarla y actualizarla. Carranza no pensó que el resultado iba a ser una nueva y más adelantada Carta Magna.
Redactando una Constitución
Al leer detenidamente el discurso que el Primer Jefe expuso el 1 de diciembre de 1916, en la apertura de las sesiones del Constituyente, se advierte que no estaba totalmente de acuerdo con el voto ilimitado, aunque para conseguir el apoyo a su mandato tuviera que discrepar y aceptar que todos los ciudadanos votaran, incluso se observa que no hay una referencia explícita al sexo de los votantes como lo encontraremos durante las discusiones sobre los artículos 34, 35 y 36. En esa ocasión Carranza afirmaba:
El Gobierno de mi cargo considera, por tanto, que sería impolítico e inoportuno en estos momentos, después de una gran revolución popular, restringir el sufragio, exigiendo para otorgarlo la única condición que racionalmente puede pedirse, la cual es que todos los ciudadanos tengan la instrucción primaria bastante para que conozcan la importancia de la función electoral y puedan desempeñarla en condiciones fructuosas para la sociedad [...] de ahí que considerase que el anhelo demostrado por las clases inferiores del pueblo mexicano, para alcanzar un bienestar de que hasta hoy han carecido, las capacita ampliamente para que, llegado el momento de designar mandatarios, se fijen en aquellos que más confianza les inspiren para representarlas en la gestión de la cosa pública.18
Se consideraba a los ciudadanos en general, sin tomar en cuenta o sin mencionar su sexo, sólo se exigía que conocieran de la función electoral y supieran leer.
Un debate mucho más sucinto fue el que se verificó el 26 de enero de 1917, cuando los constituyentes Roque Estrada y Esteban Baca Calderón argumentaron otorgar un voto restrictivo para aquellos ciudadanos que no supieran leer y escribir, tal y como Carranza en el discurso mencionado lo había propuesto y luego había rectificado, al ponderarlo decidió aceptar el voto de todos los ciudadanos, sin importar sus cualidades, ya que le eran precisos para ser electo como presidente; por ello se resolvió que, por el momento, se otorgase el voto ilimitado a los varones y después se restringiría sólo a los elementos educados a través de un artículo transitorio.
19 Se da por sentado que las mujeres no quedaban incluidas en el “todos”. A ellas se les negaba una racionalidad similar a la del hombre, de ahí que se las dejase fuera de los derechos políticos.
Esta discrepancia recorre parte del siglo XX entre las feministas sufragistas y aquellas llamadas antisufragistas.20 En el caso que nos atañe, estaban, por un lado, aquellas que creían que el voto tenía que concederse a todas las mujeres por igual, sin tomar en cuenta su clase social o nivel educativo; éstas promovían el sufragio universal en el que todas las personas independientemente de su género, etnia o clase social, debían contar con derechos iguales.
En contraposición se hallaban quienes reclamaban que el voto fuera restrictivo o censitario, es decir, que solamente aquellas mujeres u hombres que cumplieran con ciertos requisitos como saber leer y escribir fueran las(os) beneficiadas(os), esta posición incluso fue sostenida en un párrafo -como afirma el diputado por el Distrito Federal, Félix F. Palavicini- por Venustiano Carranza, quien afirmaba que “las cualidades morales de los grupos étnicos, dominantes por su número en el país, justifican la teoría del sufragio restrictivo; pero por razones de política impiden que la doctrina pueda llevarse a la práctica en la época presente”.
21 Por último, se hallaban las que no aceptaban por ningún motivo que se otorgara el voto, por juzgar que las mujeres no estaban capacitadas para ejercerlo, necesitaban mayor educación o bien que de hacerlo resguardarían los principios conservadores y eclesiásticos.
Ese fue el caso de Inés Malváez, quien consideraba que “[...] el espíritu de la mujer es esencialmente conservador, a diferencia del espíritu del hombre, que a pesar de todos los accidentes de la educación y los desalientos de las luchas de la vida, es liberal, más seguramente que el de su bíblica costilla”.22 Argumento con el que estaba en contra de aceptar que las mujeres votaran.
Inés Malváez fue una de las más ardientes anti sufragistas. Había sido seguidora de Madero y participado junto con otras mujeres en el club “Lealtad” que, “[...] bajo la apariencia de rendir culto a los mártires asesinados, se reunían para coordinar las acciones con el constitucionalismo”.23
En el escrito que envió al Constituyente manifiesta haberse puesto en contacto con sus correligionarias, lo que indica que había mujeres que no estaban de acuerdo con el voto femenino, sin ser reconocidas como conservadoras, pero sí anticlericales.
A Malváez le preocupaba, y lo evidencia en su escrito, que las mujeres por clase social estuvieran impedidas para votar, generalizaba al afirmar que todas ellas eran afines al clero y por tanto a su confesor. Señalaba que la clase alta era conservadora; la media, a pesar de ser más ilustrada, de todos modos dependía del sacerdote y, por último, declaraba que la clase baja “[...] por atavismo y por su propia ignorancia, es bastante manejable: por consiguiente es un burdo instrumento en manos el clero”.
24 Cabe añadir que Hermila Galindo, la principal impulsora del sufragio, esbozaba algo parecido, aunque defendiera el logro del sufragio:
[...] la religiosidad de las mujeres era consecuencia de la educación: generalmente se procura en la mujer el desarrollo de los que llama vida del corazón y del alma, mientras se descuida y omite el desarrollo de su razón. Resulta de esto que padece una hipertrofia de vida intelectual y espiritual y es más accesible a todas las creencias religiosas; su cabeza ofrece un terreno fecundo a todas las charlatanerías religiosas y de otro género y es materia dispuesta para todas las reacciones.25
Como se puede observar, no todas las mujeres exigían el voto, sólo un grupo reducido de clase media, maestras, periodistas y/o profesionales, reclamaban ese derecho; otras, las revolucionarias participantes en clubes liberales o grupos magonistas, no les preocupaba ni el sufragio ni la igualdad de derechos para las mujeres; las demás, indígenas, campesinas, trabajadoras tenían otras preocupaciones que compartían con las revolucionarias, para ellas el ejercicio de la ciudadanía pasaba por demandas distintas: mejores salarios, menos horas de trabajo, escuelas para sus hijos, atención médica y menor violencia hacia sus cuerpos. No obstante, la expresión discursiva empleada por ambos bandos (sufragistas y anti sufragistas) muestra una configuración de género totalmente distinta, aunque el lenguaje haya sido parecido.
Aquellas que exigieron el derecho a sufragar lo hicieron en sus inicios, vinculándolo con una mayor promoción a la educación, ya que aseguraban que el acceso a ésta mejoraría la condición femenina, al permitirles concebir una conciencia ciudadana apoyada en la diferencia de los roles sociales entre hombres y mujeres. La identidad de género de ambos sexos se fue conformando a partir de la noción del hombre como proveedor de la familia, autoridad responsable y con poder en el ámbito público y por lo tanto ciudadano. Mientras, la mujer, recluida en lo privado/doméstico estaba identificada desde la naturaleza y a partir de la reproducción biológica. De esta manera, a cada sexo se le asignaba un papel con particularidades específicas. La lucha por el acceso al sufragio está fuertemente relacionada con estos dos aspectos: los espacios público y privado, así como las labores de cuidado reconocidas para las mujeres, en tanto que la vida pública/política sería cosa de varones.
Si bien durante la gesta armada (1912-1917) hubo mujeres que volvieron a participar otra vez como correos, espías, transportando armamento, siguiendo a los soldados y apoyando a las distintas facciones, será hasta 1915 con la aparición del semanario La mujer moderna, cuando la campaña por el sufragio para las mujeres se intensifique.
Hermila Galindo, feminista y secretaria particular de Venustiano Carranza, era una ferviente creyente y promotora de los derechos y emancipación de las mujeres, afirmaba que había que educar a las mujeres para la vida pública, para convertirla en un “elemento de primer orden en la vida social y política”.26 Creía que la naturaleza femenina se distinguía de los varones a partir de las facultades intuitivas que mostraban las mujeres, su sensibilidad y aptitudes, mismas que debían de ser recompensadas por los revolucionarios, facilitándoles la emancipación política;27 en la misma publicación, agregaba:
Por tanto yo creo que en compensación de la parte activísima que la mujer mexicana ha tomado en todas las etapas de esta revolución, los revolucionarios están obligados a darle todo género de facilidades para que desarrolle sus aptitudes intelectuales para que unidas al espíritu intuitivo innato en ella, pueda colaborar en la gran obra de emancipación política y reconstrucción nacional que se está efectuando.
La campaña que emprendió y el énfasis que puso en conseguir el voto se expresan en la petición que envió el 8 de diciembre de 1916 a la Primera Comisión de Puntos Constitucionales, cuyos miembros sesionaban en Querétaro, solicitando el voto restringido para las mexicanas. El mensaje decía así:
Bajo todo criterio sin prejuicios, creados por la mala organización de las sociedades, no existe razón fundamental para que la mujer no participe en la política de su país, pues sus derechos naturales son indistintos a los del hombre y, por consecuencia, los que se derivan de esos derechos que debemos considerar como primordiales, no hay razón para que a la mujer se la nieguen. Es cosa aceptada y sancionada en principio general de la justicia, por el juicio moral de todas las sociedades civilizadas, que la igualdad ante la ley debe ser completa.28
Su argumento principal residía en desmentir el hecho de que las mujeres, al no tomar tradicionalmente las armas, no se las incluía en los derechos políticos; para ello tomó, entre otros, el ejemplo de la revolución que acababa de tener lugar y en la cual habían participado muchas mujeres tomando las armas. Otra razón que se argüía para denegar el sufragio continuaba siendo que las mujeres podían ser fácilmente sugestionadas por el clero, de ahí que se retrocederían los ideales constitucionalistas. Galindo, para refutar ese razonamiento que -como hemos visto- sostenían las anti sufragistas, afirmaba que para evitar caer en las garras del clericalismo, ella pedía la “misma ilustración para las mujeres que para los hombres” y sólo ejerciendo derechos políticos era posible alcanzarlo.29
Galindo exponía que para lograr obtener el voto para las mujeres había que empezar por el sufragio restringido, por ello demostraba que en esos momentos era lo que convenía, porque:
Como no pierdo de vista las condiciones del país en que se legisla, no vengo a pedir para la mujer el sufragio universal, sino el sufragio restringido pues de acuerdo con lo que dice Stuart Mill, pienso que es más bien perjudicial que beneficioso para una nación que se declare con igual derecho político a la ignorancia que a la ilustración; pero también considero y en ello tienen que convenir las personas de criterio liberal, que la forma más a propósito de educar a la mujer para las prácticas democráticas es el constante ejercicio de las libertades políticas.
Por lo tanto, el derecho del voto debe ser restringido, debiendo concedérsele únicamente a las mujeres de cultura eficiente y que aporten al mismo tiempo el conglomerado de sus actividades en cualquiera de las ramas de la ciencia, de la industria, del comercio, de la administración pública, etcétera. ¿No es la función la que crea el órgano?30
Como se puede advertir, para ella al igual que para las anti sufragistas, la clase social tenía un peso definido y el voto debía ser otorgado a un grupo reducido de mujeres y por etapas; gradualmente, primero en las elecciones municipales y después en la federal. Aplicaba una postura diferenciada en donde no todas las mujeres podían acceder al mismo tiempo a ese derecho, por ello lo proponía pausadamente. Subrayaba que las mujeres habían participado activamente en la lucha armada, por lo cual no se las debía excluir de la parte activa política.
El 16 de enero de 1917, Galindo solicitó el voto femenino al Congreso Constituyente asentado en Querétaro. La exposición de Galindo estaba en congruencia con el ambiente político constitucionalista. Desde 1914, en el Plan de Guadalupe, el carrancismo se había comprometido a asegurar a todos los habitantes del país la efectividad y pleno goce de sus derechos.31 Su alegato, según Artemisa Sáenz Royo, señalaba:
La Nación y el mundo entero está pendiente de vuestras labores, señores diputados, y yo espero de ese nuevo Código que estará confiado a vuestro patriotismo y equidad como representantes populares, formándose partidos políticos con aspiraciones legítimas sin óbices personalistas para que la mujer que no se ha excluido en la parte activa revolucionaria, no se la excluya en la parte política y que, por lo tanto, alcance de la nueva situación, derechos siquiera incipientes, que la pongan en la senda de su dignificación, de la que en gran parte dimana la dignificación de la patria.32
La propuesta de Galindo suscitó la oposición de un sector de mujeres que desaprobaba terminantemente el sufragio, entre las cuales la de Inés Malváez es la más conocida, ya que también remitió a los constituyentes una petición que sostenía el anti sufragismo femenino. En su escrito, Malváez argumentaba que las mujeres primero debían ser educadas para no poner en peligro a la patria ya que los enemigos buscan poner en manos del clericalismo al gobierno:
Porque el hombre propiamente no tiene suficientes conocimientos de lo que es el sufragio, la mujer en general está más incapacitada aún para ejercer tal derecho, puesto que el mismo hombre la ha descuidado dejándola entregada en el seno de un absoluto fanatismo, que le impide la libertad de pensar, de aprender y ser capaz de llegar a tener el conocimiento exacto de lo que son los derechos individuales.33
Aseguraba que la Patria contaba con mujeres de distintas clases sociales, todas ellas dominadas por su confesor, y concluía aceptando que la “[...] mujer debe tener los mismos derechos que el hombre; pero por el momento creo que sólo debe concedérsele el de opinar y emitir libremente sus ideas si es que hemos ido a la lucha para darle a la Patria una verdadera libertad”.34
Esta querella no sólo muestra las diferencias que se daban al interior del movimiento feminista sufragista, las cuales discrepaban en la cuestión del sufragio: unas por considerar que, por clase social y religión, las mujeres no estaban capacitadas para decidir quién las podía gobernar, y por lo tanto la educación se les presentaba como la panacea para que en el futuro se convirtieran en ciudadanas; mientras que las otras, con Galindo a la cabeza, solicitaban el sufragio restrictivo para aquellas de clase media y alta que supieran leer y escribir. Ambas proponentes estaban de acuerdo en que la Revolución le debía a las mujeres derechos iguales, pero estimaban que las mujeres al estar confinadas a un estadio más bajo, y circunscritas al ámbito doméstico, sin ninguna educación ni autonomía para decidir sobre las cuestiones políticas, no estaban aún preparadas para sufragar. La diferencia entre los sexos ahondaba la participación femenina en la política.
La cosa no se quedó ahí. Hermila respondió a Malváez y a dos de sus seguidoras haciéndoles ver que no siempre las mujeres serían instrumento del clero y que algunas de ellas eran claramente conscientes de que podían hacer uso efectivo del voto. Por estas razones, afirmaba que había solicitado el voto restrictivo para que quienes tuvieran educación pudieran sufragar, pero sólo en las elecciones municipales.35 Hermila afirmaba que el argumento de que a la mujer sólo debía concedérsele el derecho de opinar y emitir libremente sus ideas, no era una petición ya que la misma Malváez lo estaba ejerciendo mediante su petición en el periódico.
Como se puede observar, estas diatribas se llevaron a cabo mientras los constituyentes sesionaban y, en enero de 1917, dedicarían un momento, sólo eso, para discutir los artículos referentes al sufragio universal para los hombres y denegarían el femenino.
El debate en el Constituyente
De hecho, la redacción de los artículos 34 y 35 “De los ciudadanos mexicanos” y sus prerrogativas, a fin de cuentas fue ambigua al no mencionar específicamente que las mujeres no eran ciudadanas y no tenían derecho al voto. Los artículos se redactaron de la siguiente manera:
Artículo 34. Son ciudadanos de la República todos los que teniendo la calidad de mexicanos, reúnan además los siguientes requisitos: I. Haber cumplido dieciocho años, siendo casados o veintiuno si no lo son. II. Tener un modo honesto de vivir.
Artículo 35. Son prerrogativas del ciudadano: I. Votar en las elecciones populares. II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular, y nombrados para cualquier otro empleo o comisión, teniendo las calidades que establezca la ley.36
Aun cuando estos artículos no expresan de manera directa que las mujeres no tuvieran el derecho al sufragio, al estar redactados de forma neutra, levantaron acaloradas controversias legislativas con voces y argumentos en favor y en contra y finalmente concluyeron negando este derecho a las mexicanas.
¿Cuál fue la respuesta a estas iniciativas y cómo se debatieron? En la sesión del Congreso Constituyente del 23 de enero de 1917, donde se discutió y aprobó el dictamen de los artículos 34, 35, 36 y 37, que hacían mención al voto masculino sin decirlo explícitamente, se decidió “[...] no tomar en cuenta las opiniones favorables que se presentaron y con ello los constituyentes no fueron tan permeables al progresismo de la época al negar el derecho al sufragio para las mujeres”.
37 En específico, el artículo 35 que se refiere a la aceptación del sufragio ilimitado para los ciudadanos y la denegación del sufragio femenino, se tuvo que atender debido a que, como mencionamos, se recibieron iniciativas en favor de Hermila Galindo y del general oaxaqueño Salvador 38 González Torres, quien se excusó de no poder asistir y no se presentó a la sesión; y la de Inés Malváez en contra. La misma redacción final de los artículos 34 y 35 causó intensos debates entre las sufragistas y los(as) anti sufragistas, ya que se señalaba que en el texto no se mencionaba expresamente la prohibición de que las mujeres pudieran votar y que el lenguaje era bastante ambiguo.
Lo anterior trajo como consecuencia que en la sesión del Constituyente del 26 de enero de 1917, el legislador Félix Palavicini pidiera que este punto se aclarara: “El dictamen dice que tienen voto todos los ciudadanos, está el nombre genérico; esta misma redacción tenía la adición que existe en la Constitución de 1857 y que se conserva hoy, y yo deseo que aclare la comisión en qué condiciones quedan las mujeres y si no estamos en peligro que se organicen para votar y ser votadas”.39
Palavicini exigió una explicación del porqué no se habían discutido dichas iniciativas, las risas inundaron el salón y el diputado sonorense Luis G. Monzón tuvo que responder “que no se tomó en cuenta que las mujeres votaran, por cuestiones tradicionales”.
¿Qué podía ser considerado tradicional?, es la pregunta que nos surge ante la desatención mostrada por estos constituyentes y podría añadirse que en el tono burlón que inundó el salón, ¿acaso podía concebirse que las mujeres podían ser ciudadanas? Palavicini insistió afirmando que el artículo quedaba tan ambiguo como estaba el de 1857, añadiendo que esperaba una aclaración acerca de bajo qué condiciones quedaban las mujeres, ya que ello propiciaría que se organizaran para votar y ser votadas. Monzón replicó enfáticamente y -por lo que se lee- dio por terminado el tema, al mencionar que fue el constituyente el que no tomó en cuenta que la mujer no debía tener el voto.
No obstante, al invocar la no restricción del sufragio para todos los varones y proponer que en un futuro se pudiese suspender ese derecho mediante una “selección lenta de los individuos capacitados para ejercer el derecho del sufragio”, se invocó esta cuestión para resolver negativamente la del sufragio femenino y lo que argumentaron, respondiendo la petición de Galindo del sufragio restringido, fue que: “El hecho de que algunas mujeres excepcionales tengan las condiciones necesarias para ejercer satisfactoriamente los derechos políticos, no funda la conclusión de que éstos deben concederse a las mujeres como clase (sic).
La dificultad de hacer la elección autoriza la negativa”.40 Hay que hacer notar que se igualaba a todas las mujeres en tanto clase, no se las distinguía en sus diferencias de edad, condición civil, clase social y/o educación; se las relegaba sin considerarlas miembros de la nación que se estaba organizando y no se tomaba en cuenta su participación social, económica y en la gesta armada.
Al mismo tiempo se argüía que había una sola diferencia entre hombres y mujeres y que ello determinaba la aplicación de las actividades; un ámbito público para los varones y uno privado para las mujeres, a quienes confinaban al “círculo del hogar doméstico” y, según ellos, como estaban sujetas a los hombres, no veían la necesidad de participar en el ámbito público.
Mediante este razonamiento rechazaron o no querían reconocer que la participación femenina en la revolución había sido importante, ni tampoco acreditar que había grupos que solicitaban el sufragio. Toda esta consideración iba dirigida a no conceder el voto a las mujeres y pareciera que estaban de acuerdo con Inés Malváez, quien les ofreció los fundamentos para la denegación de ese derecho.
Entre las explicaciones a las que recurrieron y que más peso tuvieron para no otorgar el sufragio a las mujeres, fue la que se refiere a propiciar la unión y mantenimiento de la familia, para ello exhortaron a confinar a las mujeres al ámbito privado. Para contrarrestar esta postura, a la pregunta de si creían que la esfera de la mujer debía limitarse a someterse a su hogar, Galindo respondió:
Creo que no, cuando medito en las amarguras y vejaciones por [las] que pasan la mayoría de las mujeres que tienen que bastarse a sí mismas.
Por otra parte, es necesario que la mujer sepa a lo que se le tiene sujeta y lo que pueda llegar a ser por sus merecimientos [...] es necesario que la mujer comprenda su derecho a la vida, la parte que le corresponde en el trabajo y en la retribución, y así no habrá mujeres que se vendan por un pedazo de pan, ni tantos infames que la paguen.41
Algunas autoras coinciden en señalar que las propuestas anti sufragistas por parte de las mujeres fueron muy comunes en aquellos años. Se consideraba que la maternidad hacía una diferencia entre hombres y mujeres. A ellas se las veía encargadas del cuidado del hogar y de la realización de obras en favor de los más desprotegidos. La política era, por tanto, un campo de acción lleno de corrupción e inmoralidad, nada propicio para las mujeres.
Desde el punto de Malváez y otras que concordaban con ella, el sufragio no debería otorgarse a las mujeres porque su actividad daría mejores frutos si se centraba en obras educativas y asistenciales, evitando involucrarse en el mundo de la política, plagado de vicios y capaz de corromper la moralidad atribuida a las mujeres, quienes eran consideradas como espíritus nobles y elevados, debido a su vocación maternal.42
Se consideraba que las mujeres, por el mismo hecho de ser mujeres, no se encontraban capacitadas para votar ni ser votadas. Cuál era la capacitación que necesitaban, es una de las dudas que quedan, ya que para los varones no se demandaba esa misma justificación. Las razones que creemos se aducen son de género: inferioridad intelectual y educativa, así como considerarlas menores de edad; se pensaba que si las mujeres tenían alguna injerencia en el ámbito público y político, descuidarían las labores del hogar, el cuidado de sus hijos y del marido.
Se buscaba no romper bajo ninguna circunstancia la unidad de la familia mexicana. Por lo anterior la respuesta que dieron los congresistas fue en ese sentido:
La diferencia de los sexos determina la diferencia en la aplicación de las actividades; en el estado en que se encuentra nuestra sociedad, la actividad de la mujer no ha salido del círculo del hogar doméstico, ni sus intereses se han desvinculado de los miembros masculinos de la familia; no ha llegado entre nosotros a romperse la unidad de la familia, como llega a suceder con el avance de la civilización; las mujeres, no sienten pues, la necesidad de participar en los asuntos públicos, como lo demuestra la falta en todo movimiento colectivo, en ese sentido.43
El resguardo de la moralidad de las mujeres y la salvaguarda del hogar, al final de los debates fue el argumento que más pesó para negarles el voto. Por lo anterior, se atribuyó al Estado-nación la función de salvaguardar el hogar y la integridad de la familia. De esta forma, se agregaba que:
[...] los derechos políticos no se fundan en la naturaleza del ser humano, sino en las funciones reguladoras del Estado, en las funciones que debe ejercer para que se mantenga la coexistencia de los derechos naturales de todos; en las condiciones que se encuentra la sociedad mexicana no se advierte la necesidad de conceder el voto a las mujeres.44
La misma redacción final de los artículos 34 y 35 causó intensos debates entre las sufragistas y los(as) antisufragistas, ya que se señalaba que en el texto no se mencionaba expresamente la prohibición de que las mujeres pudieran votar y que el lenguaje era bastante ambiguo. Lo anterior trajo como consecuencia que en la sesión del Constituyente del 26 de enero de 1917, el legislador Félix Palavicini pidiera que este punto se aclarara: “El dictamen dice que tienen voto todos los ciudadanos, está el nombre genérico; esta misma redacción tenía la adición que existe en la Constitución de 1857 y que se conserva hoy, y yo deseo que aclare la comisión en qué condiciones quedan las mujeres y si no estamos en peligro que se organicen para votar y ser votadas”.45
El 9 de abril de 1917, el gobierno revolucionario expidió la Ley de relaciones familiares, fue un paso más adelante del Código Civil de 1884, al conceder la igualdad entre la autoridad del marido y de la mujer en el hogar; fijar la obligación de decidir de común acuerdo lo relativo a la educación de los hijos; reconocer los derechos de las mujeres casadas a administrar y disponer de sus bienes y legalizar el divorcio.
46 No obstante, con esta Ley se seguía confinando a las mujeres a la esfera privada del hogar y la familia al consagrar la obligación de la mujer de atender todos los asuntos domésticos, como el cuidado de los hijos y el gobierno y dirección del hogar, lo que iba en consonancia con aquello que los constituyentes habían manifestado al no reconocer el sufragio para las mujeres.
La insistencia de las sufragistas en la posrevolución
Las sufragistas no se darían por vencidas. La década de 1920 se caracterizó por su intensa labor que aprovecharon gracias al escenario conflictivo que acechaba a la nueva nación, cualquier espacio era propicio para elevar sus demandas. Esta década se identificó por un intenso activismo femenino en favor de los derechos de las mujeres y un acercamiento a los políticos varones en la falsa creencia que ellos apoyarían sus demandas.
El movimiento nacionalista de la década de 1920 tampoco fue propicio para las sufragistas. El régimen de Álvaro Obregón (1920-1924) prefería que las mujeres fueran castas, puras y hogareñas. Aunque invitó a algunas de ellas a participar en su proyecto educativo como parte de lo que él consideraba la reconstrucción nacional de la posrevolución.
Con esto valoró, al igual que José Vasconcelos, el papel de las mujeres en la educación. La meta principal de las reformas llevadas a cabo en este cuatrienio residía en la alfabetización de la población y las maestras desempeñaron un papel fundamental. Para servir a la nación había que difundir e imponer modelos femeniles mexicanos que sirvieran para propagar el patriotismo de la población.
Muchas mujeres se integraron a la nueva nación en labores de secretarias, maestras, obreras en las fábricas y continuaron participando en el sector terciario de la economía. Algunas organizaron grupos, participaron en reuniones nacionales e internacionales, escribieron y discutieron acerca de los derechos que querían alcanzar y a los que se creían merecedoras, con lo que remontaron la invisibilidad y la exclusión que las mantenía fuera de la política.
Las normas culturales de género ubicaban a las mujeres como maestras-educadoras dentro del programa vasconcelista,47 como madres de los nuevos ciudadanos que se estaban gestando o como fuerza de trabajo, en tanto obreras y campesinas. Serán de nuevo sólo una minoría las que emprenderán la tarea de continuar con la demanda del sufragio mediante variopintas agrupaciones y publicaciones.48
Una de tantas organizaciones constituidas en esta década fue el Consejo Nacional de Mujeres, creado el 10 de agosto de 1919 en la Ciudad de México y rebautizado como Consejo Feminista Mexicano (CFM), compuesto por mujeres de clase media ilustrada que habían intervenido en la revolución, provenientes de varios estados de la república que buscaban abrir canales de participación para mejorar la condición de las mexicanas en todos los espacios.
49 Su exigencia por el acceso al sufragio ocupará un lugar central en sus demandas. El Consejo será un organismo aglutinador de diversas tendencias; en su seno se manifestarán las pugnas ideológicas que se gestaban en lo que fue la izquierda sindicalista y feminista de la época. Las integrantes del Consejo llegaron cargadas de ideas anarquistas y/o socialistas aunque sus planteamientos acabaron aproximándose a las feministas socialistas sufragistas anglosajonas que por motivos de exilio se encontraban en México.
50 Mantenían relaciones sociales de amistad con líderes revolucionarios a quienes habían apoyado y con quienes se vinculaban ideológicamente. Su objetivo era convocar a intelectuales, obreras, empleadas y demás trabajadoras para que buscasen el mejoramiento económico, social y conquistaran el sufragio.51
Elena Torres, su presidenta, estaba cierta de que para que el feminismo se pudiese sostener, el sufragio sería una condición ineludible y afirmaba que tanto “[...] los hombres como los gobernantes estaban favorablemente dispuestos a reconocer derechos políticos completos para las mujeres”.
52 Las relaciones que tenían con los políticos las hacía pensar que conseguirían el voto, aunque los dirigentes revolucionarios masculinos “[...] no consideraban pertinente otorgarlo porque temían que las mujeres votaran a favor de sus enemigos católicos y conservadores”.53 Para las siguientes elecciones, Torres favorecía el hecho de que las mujeres, que en algunos estados ya contaban con el voto, lo hicieran valer en las elecciones. Para estos momentos San Luis Potosí (1923) había reconocido el derecho al voto a nivel municipal y Chiapas y Tabasco lo harían en 1925.54
Fue en septiembre de 1923 cuando por haberse terminado el periodo presidencial de Álvaro Obregón, dio inicio la campaña por la presidencia de la república. En ella contendieron varios candidatos entre los que se encontraban Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta, y Ángel Flores, entre otros. Las sufragistas aprovecharon la ocasión para encaminar su lucha a la conquista del voto.
En plena contienda electoral y en medio de la pugna entre callistas y de la huertistas, Elena Torres, miembro de la Liga Feminista y presidenta del Consejo Feminista Mexicano manifestaba, en entrevista al periódico El Universal, que las mujeres tenían la obligación de intervenir en política.
La mujer mexicana se apresta a tomar participación en la lucha electoral que se avecina; pero su labor especialmente será de encauzadora de principios y trabajará por aquel candidato que llene mayormente las aspiraciones nacionales. Agregaba, que se hará un llamamiento a todas las mujeres del país a que colaboren con nosotras, pero estamos convencidas de que es una obligación la nuestra en formar parte de los asuntos políticos, puesto que ellos afectan al porvenir nacional.55
Ponía énfasis en la intervención de las mujeres en el ámbito público y aseveraba que las mujeres debían participar activamente en la política del país. El bullicio levantado por las elecciones permitió que, en octubre de 1923, apareciera la noticia de la candidatura de Julia Alonzo para la presidencia de la república, ésta dejaba en manos de Nicolás Zúñiga y Miranda (1865-1925)56 y de Marina Vega su campaña propagandística. Alonzo aprovechó el inicio de las campañas masculinas para incluirse como candidata. Declaraba que se lanzaba para presidenta ya que “se consideraba libre e independiente y con derechos como ser humano y como mexicana”.
Creía en la mujer como el eje del hogar y forjadora de seres conscientes y útiles. Ponía de manifiesto la ineptitud y los vicios de los hombres, es decir, para ella las mujeres eran mejores moralmente y como gobernaban el hogar, podían de igual manera, hacerlo con el país. Esgrimía la diferencia sexual a partir de virtudes femeninas como la moral y la maternidad.
En su plataforma ofrecía parcelas para el cultivo, protección a los músicos, entrega de armas en casos de conflictos y tolerancia religiosa.57 No contamos con mayor información de lo que sucedió con esta candidatura que claramente no obtuvo el triunfo, pero nos sirve para mostrar que en una etapa de efervescencia política, las mujeres podían hacerse visibles, transgredir el ámbito privado y tratar de influir en el curso de los acontecimientos, aunque este intento quedase en una anécdota.
Por otro lado, y en este convulsionado periodo, en mayo de 1923 tuvo lugar el Primer Congreso Feminista convocado por la Liga Panamericana de Mujeres, sección México, emanado del Congreso de Baltimore organizado por la Liga de Mujeres Votantes,58 donde se demandó la igualdad civil para las mujeres y su elección en los cargos administrativos, entre otras cuestiones.
Esta reunión y las que seguirían originó el interés de la prensa para difundir que había grupos de mujeres en el país que buscaban alcanzar el sufragio. Por fin, el hecho de que en los periódicos se discutiera la cuestión del voto femenino contribuyó a que se intensificaran los debates a favor y en contra; incluso, esta actividad inusitada de las mujeres produjo comentarios sobre el sufragio femenino durante la elección de Plutarco Elías Calles en 1924, aunque -como explica Ward Morton-, “[...] Calles no tenía la menor intención de hacerlo un asunto oficial en su campaña, sobre todo porque veía en la Liga de Mujeres Católicas una fuerte oponente a su política anticlerical”.59
Calles tuvo razón. En 1925 la prensa daba cuenta de que las mujeres católicas encabezadas por la Unión de Damas Católicas, también estaban demandando el voto pero con otro objetivo: la defensa de los derechos religiosos. La problemática religiosa que desembocaría en la guerra cristera un año después, tiene con ellas un antecedente importante, al adelantarse a los hechos y prevenir las leyes antirreligiosas. Pretendían igualdad de derechos con los varones “para poder trabajar legislativamente a favor del catolicismo” y moralizar la administración pública. Estas mujeres veían el voto como vehículo para coadyuvar en la educación de las mujeres a fin de que “tomaran parte activa en los problemas espirituales de su marido y de sus hijos”.60 Con ello no pretendían cambiar las relaciones de género, sino mantenerlas en un estrecho marco donde la mujer desempeñaba el papel de moralizadora de la sociedad.
La pugna por el reconocimiento de los derechos políticos se llevó a cabo en el ámbito público con distintos propósitos. Unas querían la emancipación de las mujeres para que se convirtieran en ciudadanas aunque con derechos restringidos, algunas otras buscaban incidir en el proyecto callista y preservar los intereses de la Iglesia. Esta fue una de las razones para que el reconocimiento del voto para las mujeres tardase tanto en conseguirse.
En 1924 encontramos otra manifestación en favor del sufragio, a partir de una petición enviada al Senado de la República, desde Nogales, Sonora, por Emélida Carrillo, quien decía tener noticia de que el voto femenino sería discutido en el Congreso de la Unión61 y que por ello representando a la mujer sonorense, apoyaba la moción:
Ustedes saben que el gran ruido de la civilización moderna despertará a la mujer de su largo sueño tarde o temprano; saben perfectamente bien que el sufragio femenino es inevitable, y yo les podría asegurar que hoy día sería inmensamente beneficioso para México. ¿Por qué no entonces reconocer ese derecho de la mujer? ¿Para qué esperar a que la mujer se rebele, luche y pase trabajos para conseguirlo, como otras naciones?62
Su razonamiento se apoyaba en el ejercicio de los derechos que las mujeres debían tener y que tarde o temprano -pensaba- se les iban a conceder.
Un camino distinto en la lucha por el voto, residió en la publicación, en la Ciudad de México, de la revista mensual feminista Mujer entre 1926 y 1929, lanzada por María Ríos Cárdenas. Los temas de la revista abarcaron desde los logros femeninos en fotografía, periodismo, leyes, economía, hasta la exigencia por la obtención de derechos y la reivindicación del trabajo para las mujeres.63
Ríos Cárdenas fue impulsora en 1928 de las reformas al Código Civil para el Distrito Federal y Territorios Federales que reclamaban la igualdad legal y la protección para las mujeres casadas. Uno de esos cambios preveía en el artículo segundo que “[...] la capacidad jurídica es igual para el hombre y la mujer; en consecuencia, la mujer no queda sometida, por razón de su sexo, a restricción alguna en la adquisición y ejercicio de sus derechos civiles”.64 Con esto parecía abrirse el camino a una plena ciudadanía, aunque, como hemos dicho, tomaría tiempo alcanzar dicho derecho.
Las sufragistas se convirtieron en elementos políticamente importantes para quienes se aprestaban a competir en las elecciones federales extraordinarias para la presidencia en 1929, que por la muerte de Álvaro Obregón, tuvo que convocar Emilio Portes Gil. José Vasconcelos se lanzó a la contienda por el Partido Nacional Antirreleccionista y consiguió no sólo apoyo de sectores medios urbanos, sino que muchas de las maestras que habían colaborado con él durante su paso por la Secretaría de Educación Pública, lo secundaron fielmente por su promesa de que concedería el voto y porque se comentaba que su jefe de campaña, Vito Alessio Robles, había redactado una iniciativa a favor del voto femenino. El candidato expresaba en una entrevista que:
El sufragio femenino [...] es una consecuencia natural de la participación activa de la mujer en la economía industrial. También creía que contribuiría a elevar la posición de las mujeres mexicanas en la sociedad al nivel que gozaban las norteamericanas, que para 1920 habían ya conquistado el derecho a votar.65
El último intento de este periodo terminó en fracaso: Vasconcelos no ganó y las mujeres no obtuvieron el voto. Este quebranto no desaminó a las sufragistas, quienes seguirán convencidas de la transcendencia de su lucha y de que tarde o temprano serían reconocidas como ciudadanas. Tomaría todavía 24 años para que esto se concretara.
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1La mujer moderna, 16 de septiembre de 1915.
2La ciudadanía puede ser definida como la relación política entre un individuo y la comunidad política a la que pertenece, en virtud de la cual el individuo es miembro de pleno derecho de esa comunidad y le debe lealtad permanente. El estatuto de ciudadano es, en consecuencia, el reconocimiento oficial de la integración en la comunidad política. Adela Cortina, Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía, Madrid, Alianza Editorial, p. 39.
3Antje Wiener, “La ciudadanía como estrategia política”, La Ventana, Universidad de Guadalajara, núm. 5, 1997, p. 15.
4T.H. Marshall y Tom Bottomore, Ciudadanía y clase social, Madrid, Alianza Editorial (traducción: Antonio Bonanno), 2005, p. 21.
5Véase Código Civil de 1884 que establecía la obligación de la mujer a obedecer al padre o marido tanto en lo doméstico como en la educación de los hijos y la administración de los bienes [https://archive.org/details/Harvard_University].
6Hubo más discusiones pero nosotras sólo mencionaremos esas dos ocasiones.
7“Historia del feminismo en México”, La Vida. Revista mensual ilustrada, México, núm. 4, vol. I, mayo 1923, p. 11. Entre las participantes estaban, entre otras, Dolores Jiménez y Muro, Julia Nava de Ruisánchez, Inés Malváez y María Arias Bernal.
8Frederick C. Turner, “Los efectos de la participación femenina en la Revolución de 1910”, en Historia Mexicana, México, núm. 64, abril-junio, 1967, p. 611.
9New York Times, 10 de mayo de 1911.
10José Domingo Ramírez Garrido, Al margen del feminismo, Mérida, Yucatán, Talleres Pluma y Lápiz (prólogo de Agustín Aragón; epílogo de Gerardo Murillo Cornado –Dr. Atl), 1918, p. 43.
11El primer Congreso Feminista de Yucatán convocado por el C. Gobernador y Comandante militar del Estado Gral. Salvador Alvarado. Anales de esa memorable asamblea, Mérida, Yucatán, Talleres Tipográficos del “Ateneo Peninsular”, 1916, p. 37.
12Ibid., p. 101.
13Ibid., p. 109.
14Estudio de la Srita. Hermila Galindo con motivo de los temas que han de absolverse en el Segundo Congreso Feminista de Yucatán, 20 de noviembre de 1916, Mérida, Yucatán, Imprenta del Gobierno Constitucionalista, 1916.
15Hermila Galindo, “Soy una mujer de mi tiempo”, en Ana Lau y Carmen Ramos, Mujeres y Revolución, 1900-1917, México, INEHRM/INAH/Conaculta, 1993, p. 266.
16Ibid., p. 267.
17El primer Congreso Feminista de Yucatán..., op. cit., p. 97.
18Jesús Castañón y Alberto Morales Jiménez, 50 discursos doctrinales en el Congreso Constituyente de la Revolución mexicana, 1916-1917. Notas biográficas y efemérides, México, INEHRM, 2014, p. 17.
19Diario de los Debates del Congreso Constituyente 1916-1917, tomo II, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM/INEHRM, 2014, p. 984.
20Hay que mencionar que las mujeres consideradas antisufragistas buscaban en esencia lo mismo que las otras, solamente que veían el sufragio como una cuestión a alcanzar a largo plazo.
21Félix F. Palavicini, Historia de la Constitución de 1917, tomo II, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM/INEHRM, 2014, p. 98.
22El Gladiador, 29 de diciembre de 1916.
23Martha Eva Rocha Islas, Los rostros de la rebeldía. Veteranas de la Revolución mexicana, 1910-1939, México, INEHRM/INAH/Secretaría de la Cultura, 2016, p. 179.
24El Gladiador, 29 de diciembre de 1916.
25Hermila Galindo, “La mujer en el porvenir”, en El primer Congreso Feminista de Yucatán, op .cit., p. 199.
26“Crónica dominical”, El Pueblo, 4 de abril de 1915.
27Idem.
28Hermila Galindo, “Petición hecha por nuestra directora al H. Constituyente sobre el derecho al voto de la mujer”, Mujer moderna, diciembre de 1916, en Rosa María Valles Ruiz, Hermila Galindo, Sol de Libertad, México, Editorail Gernika, 2015, p. 245.
29Ibid., p. 248.
30Ibid., p. 249.
31Enriqueta Tuñón, ¡Por fin... ya podemos elegir y ser electas. El sufragio femenino en México, 1935-1953, México, Plaza y Valdés/Conaculta/INAH, 2002, p. 34.
32Artemisa Sáenz Royo, Historia político-social-cultural del movimiento femenino 1914-1950, México, Manuel León Sánchez, 1954, p. 69.
33El Gladiador, 23 diciembre de 1916.
34Idem.
35Mujer moderna, 1 de enero de 1917, op. cit., p. 79
36Diario Oficial de la Federación, 5 de febrero de 1917.
37Diario de los Debates, op. cit., pp. 829-831.
38En algunos artículos se le menciona con el nombre de Silvestre, lo cual es una equivocación.
39Diario de los Debates, op. cit., p. 831.
40Ibid., p. 830.
41“La Srita. Hermila Galindo someterá a la consideración de la H. Asamblea Constituyente la iniciativa del voto a la mujer”, en La mujer moderna, núm. 58, 24 de diciembre de 1916, en Rosa María Valles, Hermila Galindo, Sol de Libertad. op. cit., p. 74.
42Gabriela Cano, “Sufragio femenino en el México revolucionario”, en Patricia Galeana et al., La revolución de las mujeres en México, México, INEHRM/SEP, 2014, p. 37.
43Martha Eva Rocha, El álbum de la mujer. Antología ilustrada de las mexicanas, vol. IV, El Porfiriato y la Revolución, México, INAH, 1991, pp. 255-256.
44Félix F. Palavicini, en Diario de los Debates, tomo II, México, INEHRM/SEP/IIJ-UNAM (Biblioteca Constitucional INEHRM), 1999.
45Ibid., p. 99.
46Ana Lau y Carmen Ramos (estudio preliminar y compilación), Mujeres y Revolución, 1900-1917, México, Segob/INEHRM/INAH/Conaculta, 1993, pp. 327-349.
47Como se mencionó, la educación constituyó un punto básico en las reformas que se llevaron a cabo desde la década de 1920 porque significaba, entre otras cosas, una manera de afianzar la lealtad al gobierno posrevolucionario y un proceso civilizatorio de homogeneización para las masas ciudadanas. John Skirius, José Vasconcelos y la cruzada de 1929, México, Siglo XXI Editores, 2008, p. 124.
48Hermila Galindo se retiró de la vida pública cuando asesinaron a Carranza (véase Rosa María Valles Ruiz, Hermila Galindo, Sol de Libertad, op. cit.).
49Archivo General de la Nación, Dirección General de Gobierno, caja 5, exp. 32.
50Paco Ignacio Taibo II, Bolcheviques: historia narrativa de los orígenes del comunismo en México (1919-1925), México, Editorial Joaquín Mortiz, 1986.
51Cfr. Ana Lau, “Las luchas por transformar el estatus civil de las mexicanas: las organizaciones pro sufragio femenino 1919-1930”, en Nicolás Cárdenas y Enrique Guerra Manzo (coords.), Integrados y marginados en el México posrevolucionario. Los juegos de poder local y sus nexos con la política nacional, México, Miguel Ángel Porrúa/UAM-Xochimilco, 2009, p. 61.
52El Heraldo de México, 3 de diciembre de 1919.
53Anna Macías, Contra viento y marea, el movimiento feminista en México hasta 1940, México, PUEG-UNAM, 2002, p. 138.
54Si bien se afirma en varios artículos que Felipe Carrillo Puerto otorgó el voto a las mujeres, no es verdad; Sauri Riancho lo prueba al afirmar que “Carrillo Puerto se decidió por lo mas fácil y menos problemático políticamente. Decidir arbitrariamente inscribir a mujeres en tres de los 18 distritos locales”. Dulce María Sauri Riancho, “Violencia política y resiliencia. El caso de Elvia Carrillo Puerto”, en Mujeres y Constitución. De Hermila Galindo a Griselda Álvarez, México, INEHRM/FOEM, 2016, p. 92.
55El Universal, 3 de septiembre de 1919.
56Candidato independiente a la presidencia contra Porfirio Díaz, cada vez que perdía aducía fraude y se hacía llamar “Presidente legítimo de México”. El artículo de El Universal del 21 de octubre de 1923 da a entender que Julia Alonzo era su compañera.
57El Universal, 21 de octubre de 1923.
58Ana Lau, “Las luchas por transformar el estatus civil de las mexicanas...”, op. cit., pp. 61-99 y 320.
59Ward D. Morton, Woman sufragge in Mexico, Gainesville, University of Florida Press, 1962, p. 160.
60El Universal, 20 de julio de 1925.
61El periodista de El Universal comentaba que había averiguado la existencia de un proyecto de ley sobre el sufragio femenino elaborado por Vito Alessio Robles que en breve sería presentado al Senado. A partir de esta noticia, John Skirius afirma la existencia de ese proyecto. Cabe hacer notar que hemos buscado este documento, sin éxito.
62El Universal, 6 de diciembre 1924.
63Rosa Lilí Salguero Báez, “La revista Mujer. Periódico independiente para la elevación moral e intelectual de la mujer, 1926-1929 y el feminismo en la Ciudad de México en los años veinte”, tesina para obtener el grado de licenciada en Historia, UAM-Iztapalapa, 2000.
64Diario Oficial, 26 de mayo de 1928.
65John Skirus, José Vasconcelos y la cruzada de 1929, México, Siglo XXI Editores, 2008, p. 124.
Recibido: 15 de Febrero de 2017; Revisado: 02 de Marzo de 2017; Aprobado: 17 de Agosto de 2017
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El arribo de las mujeres al legislativo
Pero el logro de estas primeras mujeres no sólo es significativo debido a la conquista de esferas de poder generalmente vetadas para ellas, sino porque al convertirse en figuras públicas difundieron la imagen de una mujer que tomaba el control de su vida fuera del ámbito doméstico, que era capaz de discutir sobre los problemas nacionales y que estaba lista para debatir en un entorno que la excluyó y subordinó desde su origen.
A pesar de su importancia, tenemos pocas noticias acerca de estas pioneras de la política mexicana. Pero rescatemos como ejemplo el caso de Marcelina Galindo Arce, originaria de Pichucalco, Chiapas. Ella cursó estudios para graduarse como maestra normalista, pero migró a la Ciudad de México a los 26 años.
Al no encontrar trabajo como profesora, entró al periodismo por necesidad, por lo que colaboró con distintas revistas de la capital, entre ellas, Mañana, dirigida por Regino Hernández Llergo, quien le encomendó cubrir las giras presidenciales de Miguel Alemán. Después de esta enriquecedora experiencia, fundó junto con este periodista la revista Impacto, en la cual se desempañaba como jefa de información hasta el momento en que dejó su puesto para asumir la candidatura a diputada federal.
Sin embargo, recuerda que ya estando en su cargo y al hablar con colegas sobre la situación de la mujer, se seguían menospreciando los problemas que enfrentaban tanto en lo público como en lo privado. Mientras ejercía como diputada, fundó la revista Mujeres: expresión femenina con el propósito de dar a conocer los logros de los derechos de las mexicanas, la cual se publicó durante 24 años (1958-1982).
Como Marcelina, las primeras diputadas participaron en la transformación de los modos de vida de las mujeres en nuestro país. Por ello, no sólo debemos recordarlas por su contribución política, sino también por transformar la manera en que la mujer se percibía y se entendía como una participante activa de su sociedad y de su entorno. Al parecer, estas primeras participaciones en el legislativo carecieron de poder real, sin embargo, no podemos minimizar el hecho de que contribuyeron de manera definitiva al cambio cultural que comenzó a allanar el camino hacia una verdadera participación en puestos más altos de la jerarquía política en México.
Paz, dignidad e igualdad
en un planeta sano
Una tarea inacabada
Las mujeres y las niñas constituyen la mitad de la población mundial y por consiguiente la mitad de su potencial. La igualdad de género, además de ser un derecho humano fundamental, es imprescindible para lograr sociedades pacíficas, con pleno potencial humano y capaces de desarrollarse de forma sostenible. Además, está demostrado que el empoderamiento de las mujeres estimula la productividad y el crecimiento económico.
Desafortunadamente, aún queda mucho recorrido para alcanzar la plena igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, advierte ONU Mujeres. Por ello es de primordial importancia acabar con las múltiples formas de violencia de género y que el acceso a la educación y a la salud de calidad, a los recursos económicos y a la participación en la vida política sea igualitario tanto para mujeres y niñas como para hombres y niños. También es fundamental lograr tanto la igualdad de oportunidades en el acceso al empleo como a posiciones de liderazgo y la toma de decisiones a todos los niveles.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha manifestado que conseguir la igualdad de género y empoderar a las mujeres y las niñas son tareas pendientes de nuestra época y constituyen el mayor desafío en materia de derechos humanos del mundo.
Las Naciones Unidas y la mujer
Las Naciones Unidas han apoyado los derechos de las mujeres ya desde la adopción de su Carta fundacional. Entre sus propósitos, la ONU declaró en el artículo 1 de su Carta “Realizar la cooperación internacional [...] en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”.
Durante el primer año de vida de las Naciones Unidas, el Consejo Económico y Social fundó la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, como el principal organismo internacional para la creación de políticas dedicadas exclusivamente a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. Entre sus primeros logros, asegurar el uso neutro de la lengua en cuanto al género en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Los derechos de la mujer son derechos humanos
La igualdad de género se incorporó a las Normas Internacionales de los derechos humanos mediante la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General el 10 de diciembre de 1948. Ese documento que marca un hito en la historia de los derechos humanos reconoció que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” y que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, [...] nacimiento o cualquier otra condición.”
Gracias a que el movimiento feminista internacional comenzó a ganar fuerza durante los años 70, la Asamblea General declaró 1975 como el Año Internacional de la Mujer y organizó la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, que tuvo lugar en Ciudad de México. A instancias de esta Conferencia, se declaró posteriormente el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer(1976-1985) y se creó el Fondo de Contribuciones Voluntarias para el Decenio.
En 1979, la Asamblea General aprobó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) que a menudo se describe como una Carta Internacional de Derechos Humanos para las mujeres. En sus 30 artículos, esta Convención define explícitamente la discriminación contra las mujeres y establece una hoja de ruta de acción nacional para poner fin a tal forma de discriminación. Esta Convención se centra en la cultura y la tradición como fuerzas influyentes que dan forma a los roles de género y a las relaciones familiares. Además, es el primer tratado de derechos humanos que ratifica los derechos reproductivos de las mujeres.
En 1980, cinco años después de la conferencia de Ciudad de México, se celebró una Segunda Conferencia Mundial sobre la Mujer en Copenhague. El Programa de Acción resultante requería la adopción de medidas nacionales más rigurosas para asegurar que las mujeres tuvieran la posesión y el control de la propiedad, así como mejoras en los derechos de estas con respecto a la herencia, la custodia de los hijos y la pérdida de la nacionalidad.
El nacimiento del feminismo mundial
En 1985, tuvo lugar en Nairobi la Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz. Un evento que se convocó en un momento en el que el movimiento por la igualdad de género finalmente había ganado verdadero reconocimiento mundial; al mismo tiempo, 15.000 representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) participaron en un Foro de ONG.
El acontecimiento fue descrito por muchos como «el nacimiento del feminismo a nivel mundial». Al darse cuenta de que los objetivos de la Conferencia de Ciudad de México no se habían alcanzado adecuadamente, los 157 gobiernos participantes aprobaron las Estrategias de Nairobi Orientadas hacia el Futuro para el año 2000. El documento sentó nuevas bases al declarar que todos los asuntos afectaban a las mujeres.
Conferencia de Beijing sobre la mujer
La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, fue más allá que la de Nairobi. La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing reivindicó los derechos de la mujer como derechos humanos y se comprometió a llevar a cabo acciones específicas para asegurar el respeto de estos derechos.
Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer
La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW) es el principal órgano internacional intergubernamental dedicado exclusivamente a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. Esta Comisión desempeña una labor crucial en la promoción de los derechos de la mujer. Por ejemplo documenta la realidad que viven las mujeres en todo el mundo y elabora normas internacionales en materia de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres.
Una organización para las Mujeres
El 2 de julio de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó unánimemente la creación de un único organismo de la ONU encargado de acelerar el progreso sobre la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.
La nueva entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, ONU Mujeres, fusionó cuatro instituciones y organismos internacionales: el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), la División para el Adelanto de la Mujer (DAM), la Oficina del Asesor Especial en Cuestiones de Género y el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer.
Las mujeres y los ODS
Igualdad y empoderamiento
Las Naciones Unidas centran ahora su labor de desarrollo a nivel mundial en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Las mujeres desarrollan un papel esencial en todos los ODS. Estos recogen numerosas metas que se centran en el reconocimiento de la igualdad y del empoderamiento de la mujer como un objetivo y como parte de la solución.
Al Objetivo 5, que busca «lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas», se lo conoce como un objetivo enteramente de género en sí mismo. Es preciso contar con cambios profundos a nivel jurídico y legislativo para garantizar los derechos de las mujeres del mundo. Aunque 143 países, una cifra récord, habían garantizado la igualdad entre mujeres y hombres en sus constituciones en el año 2014, todavía quedaban 52 que no habían adoptado esta iniciativa.
Aún subsiste una marcada disparidad entre los géneros en la esfera jurídica y social. Pese a que se ha conseguido un cierto progreso a lo largo de las últimas décadas, las mujeres trabajadoras siguen ganando de media un 20% menos que los hombres a nivel mundial. En 2018, solo el 24% de todos los parlamentarios nacionales eran mujeres, lo que representa un ligero aumento frente al 11,3% del año 1995.
Eliminación de la violencia contra la mujer
El sistema de las Naciones Unidas continúa prestando especial atención al problema de la violencia contra la mujer. En 1993, la Declaración de la Asamblea General sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer recogía “una definición clara y completa de la violencia contra la mujer, [y] una formulación clara de los derechos que han de aplicarse a fin de lograr la eliminación de la violencia contra la mujer en todas sus formas”. Supuso “un compromiso por parte de los Estados de asumir sus responsabilidades, y un compromiso de la comunidad internacional para eliminar la violencia contra la mujer”.
La violencia contra las mujeres es una pandemia que afecta a todos los países, incluso a aquellos que han logrado importantes progresos en otras áreas. En todo el mundo, el 35% de las mujeres han experimentado violencia física y/o sexual en pareja o violencia sexual sin pareja.
En septiembre de 2017, la Unión Europea y la ONU unieron fuerzas para lanzar la Iniciativa Spot light. Una iniciativa global y plurianual orientada a eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas.
Además, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se celebra el 25 de noviembre.
Día Internacional de la mujer y otras celebraciones
El Día Internacional de la Mujer se conmemora cada año el 8 de marzo. La idea de un Día Internacional de la Mujer surgió, a principios del siglo XX, a partir de las actividades de los movimientos obreros en América del Norte y en toda Europa. Se trata de un día que se celebra en muchos países del mundo y en el que se reconocen los logros de las mujeres sin tener en cuenta sus diferencias, sean estas nacionales, étnicas, lingüísticas, culturales, económicas o políticas.
Además de los mencionados Día internacional de la Mujer y Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la ONU conmemora otros días internacionales dedicados a dar a conocer diferentes aspectos de la lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
El 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina , el 11 de febrero el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el 19 de junio el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, el 23 de junio el Día Internacional de las Viudas, el 11 de octubre el Día Internacional de la Niña y el 15 de octubre el Día Internacional de las Mujeres Rurales.
Lenguaje inclusivo en cuanto al género
Dado que el lenguaje es uno de los factores clave que determinan las actitudes culturales y sociales, emplear un lenguaje inclusivo en cuanto al género es una forma sumamente importante de promover la igualdad de género y combatir los prejuicios de género.
Por “lenguaje inclusivo en cuanto al género” se entiende la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género.
Estos recursos y orientaciones se han recopilado con la finalidad de ayudar al personal de las Naciones Unidas en el empleo de un lenguaje inclusivo en cuanto al género en todo tipo de situación comunicativa (oral o escrita, formal o informal) y sirven como punto de partida útil para cualquier persona.
Recursos
Conferencias de la ONU | Mujeres e igualdad de género
25 aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (2020)
Infografía: Los derechos humanos de las mujeres
El progreso de las mujeres en el mundo
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